'L’amic Quim vs L’amic Pio'

El soberanismo y el Estado, enrocados en sus estrategias. Carles Puigdemont y Mariano Rajoy son espejos que se miran y se imitan: sordos, ciegos y con poca fe en la democracia (interna y externa)

15 mayo 2018 12:24 | Actualizado a 15 mayo 2018 12:28
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A estas horas, cuando lean este artículo se estará celebrando la segunda sesión de investidura del candidato Torra y ya sabrán si en la ruleta democrática de la CUP ha salido ficha blanca (abstención) o negra (no).

Pase lo que pase desde Madrid sigo viendo Catalunya en un bucle de ensimismamiento que por aburrimiento ya no levanta mi indignación pero sí una crónica inquietud. Desasosiego y preocupación por los míos que viven en Tarragona o los bastantes amigos que dejé en Barcelona. Imagino su día a día en un país en el que no pasa el tiempo, en el que una parte de la voluntad popular es ignorada y todo anticipa un recrudecimiento del choque de trenes político y lo que es más grave social.

No puedo explicarme cómo un colectivo social y político que siempre estuvo por delante del resto del país y que puso a Catalunya en la vanguardia de muchas disciplinas se ha dejado llevar por un espejismo político lleno de referencias xenófobas y supremacistas que está forzando a la mitad de un país (dejémoslo en la mitad) a vivir en las tinieblas o en medio de una densa, espesa y asfixiante niebla.

No me refiero a la legítima aspiración por un cambio de régimen al que yo desde luego me apunto tras constatar cuan inútil es la monarquía a estas alturas del siglo XXI.

Apunto a la manipulación constante mezclando la reinvindicación republicana con el eterno y cansino victimismo nacionalista catalán y una idea de un país que no comparte la mitad de la población a la que se ningunea y desprecia.

No ha habido en el discurso de «l’amic Quim» ningún viso de autocrítica sobre los pasos soberanistas en el procés y al contrario de lo que el sentido común indica ha dedicado la mayor parte de su tiempo a redoblar la apuesta del confrontamiento, el choque y el desafío a la legalidad que nos ampara a todos y que ha sido refrendada en procesos democráticos.

Y con qué legitimidad democrática interna se presenta el candidato? Pues con ninguna… ya que ha sido elegido por el visionario Puigdemont porque es amigo íntimo suyo y se supone que esa amistad incluye un incondicional apoyo plan de llevar a Catalunya a ninguna parte.

Porque nos espera 155 para rato o sea que vayan olvidándose de «hojas de ruta», «proyectos de constitución» o cualquier atisbo de una vía real para cambiar elstatus. Y nos espera ocupación de las instituciones democráticas catalanas por tiempo indefinido por varias razones. La primera es la insistencia en un camino que ya se ha demostrado mal trazado.

La segunda y a igual nivel de importancia es la actitud de un gobierno central que se niega a dar ningún paso político en la resolución del conflicto.

Si me permiten haré alusión a uno de los hechos más relevantes de nuestra joven democracia:la desaparición del terrorismo vasco. Ahora que tras la disolución de ETA se les llena la boca a algunos celebrando la victoria aplastante de la democracia frente al terror, hay que recordar que en efecto la sociedad española venció al terrorismo con el estado de derecho pero también porque hubo voluntad de negociar un final.

Y esa voluntad y proceso de negociación que fue tan miserablemente utilizado por algunos que ahora se quejan del desafío soberanista, fue uno de los elementos claves en la resolución del conflicto.

Porque la política está para eso señores del PP y Cs: para encontrar soluciones a los problemas que surgen en la convivencia orgánica de las sociedades avanzadas. Pero claro… poca voluntad de negociar y buscar una salida política hay en el PP con un líder Mariano Rajoy que ha zanjado (¿¿) la enésima vergonzosa crisis de su partido en Madrid poniendo a «l’amic» Pio Escudero para controlar la organización…qué podemos esperar?

Puigdemont y Rajoy son espejos que se miran y se imitan: sordos, ciegos y con poca fe en la democracia (interna y externa).Si el señor Rajoy cree que su fiel «escudero»está limpio de la generalizada corrupción que va asociada a sus siglas y con él pretende cerrar una crisis, eso lo dice todo.

Y si encima las encuestas aúpan al nuevo líder conservador Albert Rivera que pide más y más 155 pues ya tenemos servido el futuro próximo de nuestro país: bronca y a atizar el fuego que eso se ve recompensado en las urnas. En fin…

 

Periodista. Javier Pons inició su carrera en Radio Reus. Ha sido director de ‘El Terrat’, director de TVE y CEO de Prisa Radio. Actualmente dirige la productora Globomedia (Mediapro).

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