Los malhechores del bien

03 agosto 2020 08:40 | Actualizado a 03 agosto 2020 08:46
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

El título de este artículo está tomado de una comedia de nuestro Premio Nobel 1922 Jacinto Benavente, estrenada en el teatro Lara de Madrid el 1 de diciembre de 1905, en donde se denuncia, con fina ironía, los problemas que representan aquellas personas que por desconocimiento producen graves perjuicios y daños morales y materiales a las personas y a la misma sociedad.

No es fácil advertir en estas personas la decadencia pues nunca han pasado de la medianía.

Los actuales malhechores del bien obran según sus conveniencias y creen haber hallado «su verdad», como diría Luigi Pirandello en Así es, si así os parece.

No solamente obran con desconocimiento como en la comedia benaventina, sino que además actúan tensionando a la sociedad española, enredando y creando inconvenientes donde verdaderamente no existen, y además dejan sin resolver problemas esenciales que tiene planteados España: el mal que nos hacen.

Para conseguir sus fines atacan la figura del rey emérito Don Juan Carlos que realizó una magnifica labor fundamental durante la Transición política en España y ha sido nuestro mejor embajador ante el mundo.

Aprovechan las grabaciones, en donde no ha existido el principio de contradicción, entre un policía acusado de delitos de corrupción y Corinna Larsen, afectando a la intimidad de las personas.

No respetan el principio constitucional de la presunción de inocencia (artículo 24 2. de la Constitución Española, y el principio de igualdad ante la Ley recogido en el artículo 14 de la CE) por los hipotéticos y presuntos delitos cometidos, quieren convocar nada menos que un referéndum ya que dicen que existe un debate social sobre la Monarquía, cuando realmente no es así, pues los españoles consideran que la Corona lejos de ser un problema es una institución fundamental para garantizar la unidad y la democracia.

Muchos españoles sin ser monárquicos consideran que la Monarquía es buena y apropiada para España. Intentan instaurar modelos económicos y sociales fracasados, crean confusión general, e incluso pretenden una República previo un proceso constituyente ya que consideran sería más sencilla la independencia de Catalunya, Países Valencianos, País Vasco y Galicia.

Los malhechores del mal argumentan de una forma incauta e incompetente que la Monarquía al ser una institución hereditaria, como consecuencia automática y mecánica también se heredan las responsabilidades del Rey predecesor. Desconocen que una cosa es la institución monárquica y otra bien distinta las personas concretas que en un momento histórico determinado desempeñan la función regia.

Un principio esencial del Derecho penal moderno es que la responsabilidad penal es personal e intransferible y que de un delito únicamente pueden responder los autores y los partícipes del mismo, pero de ninguna manera esa responsabilidad se puede trasladar o comunicar a familiares o personas que no han tenido intervención alguna en el delito cometido por autores y participes.

Al pretender los malhechores del bien comunicar esta hipotética y presunta responsabilidad del padre al hijo, se pretende culpabilizar al rey Felipe VI y este proceder supondría un grave ataque a su dignidad como persona y como rey que nuestra Constitución no ampara ni tolera (artículo 10 1. CE).

En la historia reciente de la humanidad hemos visto la posibilidad de este traspaso o comunicación, por ejemplo, cuando el fallecido rey Hassan II en el frustrado golpe de estado del año 1972 dado por el célebre general Ufkir hizo responder no solamente a éste sino también a toda su familia que no tuvo intervención alguna pero que sufrió prisión durante años.

En su discurso de 30 de junio de 2014, tras la proclamación como rey en el Congreso de los Diputados, Don Felipe hizo expresa referencia a la honestidad y transparencia, para de esta forma disponer de la «autoridad moral necesaria» para ejercer su reinado.

Precisamente, el padre Juan de Mariana en Del rey y la institución real indicaba que «la honestidad es la principal virtud en la instrucción de los príncipes», virtud que ha ejercido el rey Felipe en su plenitud.

Además, hemos visto como el rey Felipe VI desde el inicio de su Reinado hasta la actualidad, con proximidad, austeridad y sobriedad, ha puesto su mejor interés, intención, buena voluntad, ha tomado medidas, y se ha esforzado en dar ejemplo moral y transparencia como principios rectores de su actuación como rey y en la Casa Real.

Se puede aplicar a Don Felipe lo que decía certeramente el Conde de Romanones sobre la vida de su tatarabuela la augusta Reina Regente Doña María Cristina de Habsburgo y Lorena «no ofrece curvas, ni claroscuro, ni altibajos, ni accidentes pasionales, ni episodios, ni anécdotas; su vida, y con esto adelanto su mayor elogio, es una línea recta, todo claridad, diáfana y sencilla.

El camino derecho, limpio de dobleces y recovecos, constituye una virtud».

El rey Felipe, incluso, el 15 de marzo de este año, renunció a la herencia de su padre, así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad y los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada.

También ha retirado a Don Juan Carlos la asignación oficial que cobraba de los presupuestos de la Casa del Rey.

Por todo ello, pretender culpabilizar, ahora, al rey Felipe de algo que él no ha hecho cuando además su actuación en los seis años de reinado ha sido útil, ejemplar e impecable desde el punto de vista moral y constitucional arbitrando y moderando el funcionamiento de las instituciones del Estado supone, y lo decimos una vez más, una pretensión notoriamente contra la Constitución, el sentido común y una grave degradación moral en los malhechores del bien.

En realidad, lo que pretenden con estos ataques es terminar y hacer caer nuestra monarquía parlamentaria.

Podemos decir, sin ninguna clase de duda, que el rey Felipe más no puede hacer, y mejor no puede obrar.

Hemos puesto algunos ejemplos de acciones de los malhechores del bien, desgraciadamente van en aumento. Podríamos poner muchas más.

Termino ya con unos deseos que espero sean atendidos: Que nuestra infancia y juventud queden indemnes de los actuales malhechores del bien y reciban una debida formación plural, objetiva y adecuada.

Que los malhechores del bien en lugar de tensionar a la sociedad española y crear problemas inexistentes deberían hacer todo lo posible por solucionar debidamente y además de una forma urgente los graves problemas socioeconómicos que tiene España y de los que tienen conocimiento. Esperemos, fervientemente, que así sea.

Comentarios
Multimedia Diari