Messi se queda (muy a su pesar)

El argentino Leo Messi es, sin duda, un genio con el balón en los pies, inigualable con sus diabluras, gambeteos, goles, controles, conducciones y disparos sobre el césped. Posiblemente estemos ante el mejor futbolista de la historia. Pero como jugador de mus, desde luego, deja mucho que desear. Lanzó un órdago a la grande con unas cartas que luego se han evidenciado un farol, toda vez que sus reyes –el Manchester City de Guardiola y el París Saint Germain de su amigo Neymar– han demostrado no serlo tanto.

Posiblemente al bueno de Leo le haya jugado una mala mano su confianza en gente que quizá no la merecía. Porque si, como él asegura –y no hay por qué no creerle–, había avisado al presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, de su intención de irse a final de temporada «para ser feliz» en los últimos años de su vida deportiva, su problema ha sido, más que las cartas, tener enfrente a un tahúr que no respeta las normas. Será duro para él seguir en el Barça –el club de su vida, sin embargo– con todo el mundo consciente de que lo hace muy a su pesar y en guerra abierta con un presidente que le ha engañado. Su rendimiento estará bajo la lupa. Y el Nàstic puede convertirse en el primer equipo en calibrarlo, si Koeman tiene a bien hacer jugar al argentino en el primer partido de la pretemporada del Barça. Veremos cómo acaba el culebrón.