Ni la muerte les separó

04 julio 2020 10:50 | Actualizado a 04 julio 2020 15:22
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La pandemia de coronavirus ha golpeado con dureza y crueldad a muchas familias, pero dentro de todo ese dolor es posible toparse con historias que merecen ser contadas. Una de ellas es la del matrimonio estadounidense formado por Betty y Curtis Tarpley, a quienes ni la muerte pudo separar tras toda una vida juntos. Se conocieron de adolescentes en una escuela de secundaria de Illinois, se reencontraron al cabo de un tiempo en California y se casaron. De ello hace 53 años. En junio ambos enfermaron de Covid-19 y fueron internados en el mismo hospital. Ella, de 80 años, fue admitida el 9 de junio y él, de 79, dos días después. Tras unas jornadas en las que parecía que los dos cónyuges derrotarían al virus, ella empeoró, hasta el punto de que llamó a sus hijos para decirles que estaba «lista para irse» y despedirse de ellos. Al conocer la situación de su mujer, él también comenzó a deteriorarse. «Cuando supo que ella no sobreviviría él también se desplomó», relata uno de los dos hijos de la pareja. Ante la inevitabilidad del fallecimiento del matrimonio, un enfermero se compadeció de ellos y lo organizó todo en la unidad de cuidados intensivos para que Betty y Curtis pudieran estar juntos en sus últimos momentos. Allí quedaron uno al lado del otro. El enfermero puso entonces la mano de Betty sobre el brazo de Curtis, y aunque ninguno de los dos podía ya hablar, los que estuvieron a su lado sintieron que sus almas se comunicaron. «Ellos sabían obviamente que estaban juntos y que podían comunicarse sin palabras», relata el enfermero. Apenas a los 20 minutos de estar juntos, Betty falleció. Curtis lo hizo 45 minutos después. Juntos hasta el final.

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