No tenía enemigos

02 agosto 2017 10:32 | Actualizado a 02 agosto 2017 10:34
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«No tengo enemigos, no conozco el odio. Ninguno de los policías que me vigiló, me arrestó y me interrogó, ninguno de los fiscales que me acusó, y ninguno de los jueces que me juzgaron son mis enemigos».

La frase pertenece a un alegato que Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz, pretendió leer ante el juez, y que no le fue permitido. El régimen comunista chino le tuvo en la cárcel hasta asegurarse de que entraba en la agonía, que también fue vigilada.

Quien no tenía enemigos, tenía un gran amor, su mujer, a la que escribe: «Tu amor es la luz del sol que salta por encima de estas altas paredes y penetra entre los barrotes de la ventana de mi celda, acariciando cada centímetro de mi piel, dando calor a cada célula de mi cuerpo, permitiéndome mantener siempre la paz, la apertura y la alegría en mi corazón».

Un régimen como el chino no podía tolerar a un hombre así. No podía soportar tanta belleza.

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