Putin desembarca en el procés

¿Qué pretende Putin? Romper la UE para tener más influencia en el continente

28 septiembre 2017 08:26 | Actualizado a 28 septiembre 2017 08:27
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Sigue el jaleo en Barcelona con asedios a las sedes de la Guardia Civil y policía, con los Mossos perplejos. Nadie sabe cuándo van a cobrar los funcionarios, maestros, médicos, pensionistas, instituciones sociales, subvenciones… Unos te dicen una cosa y otros, otra. 

Los Mossos ahora sabían que debían obedecer a su Major, Josep Lluís Trapero, y que debían estar obedeciendo a la Generalitat, con muchas reticencias por parte de quienes querían cumplir la legalidad. Ahora tienen que obedecer al coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos,  que es el coordinador de todas las fuerzas del orden en Catalunya. Esto ha cambiado de manos y de color. La decisión de pasar a los Mossos a depender del Ministerio del Interior lo ha decidido la Fiscalía, ante la pasividad con que actuaban los Mossos en los asedios a las autoridades judiciales y policiales del Estado.

¿Se habían olvidado que los Mossos y la Ertzaintza forman parte por ley de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado? ¿Se olvidan que los Mossos son una policía judicial? Tenemos otro conflicto. La Generalitat se ha subido por las paredes y dice que se saltan todos los reglamentos y procedimientos. Pero ¿no han hecho esto los diputados independentistas?
Los secesionistas no pensaban que el Estado aplicaría la Ley hasta ese punto. Es más han subvertido tanto el sistema institucional, que incumplir la ley era (es) un timbre de honor, y piden a los Mossos la insumisión al mando del coronel. Porque es una ley, dicen, de un estado fascista y totalitario. Lo sorprendente es que al frente de esta revuelta está un ex alcalde de Girona, de la antigua Convergència, Carles Puigdemont.

Recuerdo los discursos de la oposición en el Parlament de Catalunya –ahora el Parlament está cerrado a los debates, o sea nada que debatir antes de un referéndum unilateral e ilegal– que decían una y otra vez que las actitudes de Artur Mas, Junqueras, Puigdemont y Forcadell, lo que hacían es cargarse la autonomía catalana por actos ilegales e irresponsables, más propios de partidos como la CUP (revolucionarios, anarquistas, trotskistas y comunistas), que de ‘partidos de orden’ como ha sido siempre Convergència (o lo que queda de ella).

Todo este operativo de registros y detenciones (ahora ya no hay detenidos) ha causado malestar ciertamente, incluso en muchos ciudadanos que sin ser secesionistas, creen que ‘las cosas deben de hacerse de otra manera’. Cuando preguntas cómo se hace de otra manera, no tienen respuesta. Impera el buenismo catalán, un buenismo de paz y de orden, de diálogo y concertación. ¿Es válido este buenismo con la CUP? ¿O con los exaltados independentistas?
‘Es que Rajoy debía de actuar mucho antes y hacer propuestas políticas’. Vale, pero ¿y ahora? Las cosas están así: ¿había que celebrar el referéndum y que Puigdemont declarara la República Catalana con el aval de muchos votos? Y muchos –los mismos– hubieran dicho a Rajoy por qué se miraba los toros desde la barrera, como hoy muchos dicen por qué se ha llegado hasta ahí y no se actuó antes, por ejemplo el 9-N. 

Que los rusos de Vladimir Putin –un autócrata donde los haya– ayudan económicamente a los independentistas, como también  Nicolás Maduro de Venezuela, es una realidad. Nadie lo niega. 
¿Qué pretende Putin? Sencillamente romper la Unión Europea para incrementar su influencia en el continente. Como apoyó el Brexit y como apoyó a Trump. El fin justifica los medios. ¡Qué poco conocen a los rusos! Estos se cobran con creces lo que aportan. ¿Quién pagará la factura de Moscú? En la Guerra Civil ya se lo cobraron: se llevaron todo el oro y muchísimos hombres y niños a luchar en el frente contra los alemanes de Hitler. No sabemos cuál es el precio ahora. Ellos, los rusos, sí que lo saben. Y nadie más. Y así salen ‘tuits’ y ‘facebooks’ –a decenas de millares– con caras de Assange y de Barak Obama falsos y acusan con falsedades. 

Y en este bollo estamos viviendo estos días. Los aprendices a revolucionarios se frotan las manos: «¡Haremos la Revolución!», dicen. Y han declarado la huelga general: Podemos y la CUP, mientras la Assemblea Nacional de Catalunya ha proclamado la República. Creo que hay un poco de confusión general, y los buenistas catalanes gritando «¡Fascistas!» al gobierno de Madrid. Seguiremos en los próximos días.

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