Recuerdo al Holocausto y al Exilio

Nos guste o no y pese a quien pese, la historia de los hechos y sus causas es una y solo una, y hemos de ser fieles a ella

29 enero 2021 09:20 | Actualizado a 29 enero 2021 09:50
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Esta semana honramos la memoria de los 6 millones de miembros de la comunidad judía que perecieron en el Holocausto y de las otras muchas víctimas del horror y de la crueldad premeditada sin precedentes. Este año la conmemoración llega en medio de un incremento alarmante del antisemitismo, la xenofobia, la discriminación de genero, etc.

Este odio ancestral no solo perdura con firmeza, sino que se intensifica. Somos testigos de la proliferación de grupos neo-nazis y de los intentos de reescribir la historia y tergiversar los hechos del Holocausto. Hoy, más que nunca, está vigente la obra de George Orwell 1984, que narra el interés de los gobiernos autoritarios y de determinados sectores por borrar o modificar los hechos del pasado. En este contexto, hay que reivindicar la historia pasada para detectar en ella los parámetros que se repiten en nuestro presente, salten las alarmas y pongamos los medios para que no se repitan.

A medida que la Segundad Guerra Mundial se desvanece en el tiempo y el número de supervivientes del Holocausto disminuye, nos corresponde a nosotros extremar la vigilancia y avivar la memoria del pasado.

El fanatismo se propaga por Internet a la velocidad de la luz. Hoy en día las redes sociales son el escenario de la mayoría de los delitos de odio. En España y en todo el mundo grupos de extrema derecha y movimientos sociales están llevando a cabo campañas en las redes con la finalidad de promover el odio contra el diferente. Lamentablemente podemos decir que sigue viva la consigna «la guerra es la paz», del país imaginario de George Orwell (1984).

La causa de estos movimientos siempre es la misma: la existencia de mucha gente que está descontenta con la política convencional; aglutinan sus frustraciones, para fomentar sentimientos xenófobos, nacionalistas, supremacistas, etc, en contra de colectivos de la sociedad, principalmente vulnerables, a los que culpan de los problemas de las crisis, la inseguridad y otros que actualmente tenemos.

Estos factores son fácilmente identificables con los que se produjeron en el primer periodo del régimen nazi (frustración por las condiciones humillantes del tratado de Versalles, depresión económica, nacionalismos identitarios, etc) y son sobradamente conocidas sus consecuencias. Intentar atajar este tipo de movimientos y proclamas es fundamental y necesario en la actualidad.

En nuestro país corremos el peligro de que la memoria del exilio y de los españoles que murieron en Mathausen acaben politizándose en la lucha partidista. Este peligro existe aquí y en toda Europa. Prueba de ello son los intentos de algunos historiadores, de algunos gobiernos de países, entre ellos Polonia, que intentan instrumentalizar, revisar y reescribir la Historia del Holocausto. Este peligro también hay que atajarlo de raíz. Y dicho esto, no puedo evitar pensar en Winston, el personaje de George Orwell (1984) que trabaja en el ‘Ministerio de la Verdad’, reinterpretando el pasado a las ordenes del ‘Gran Hermano’.

Siempre hay que partir de los hechos, analizar los trágicos sucesos, el porqué ocurrieron los acontecimientos y evitar que los partidos políticos y los gobiernos instrumentalicen a las víctimas y a los que sufrieron la persecución por ser y pensar de manera diferente.

Los revisionismos y los negacionismos son otro aspecto de lo que pasa en nuestra sociedad actual. Después de 80 años del Holocausto, existen estudios y documentos suficientes para saber: cómo y por qué surgió la guerra y cómo actuó el régimen nazi y sus colaboradores. Si los hechos y las causas están claros, nos preguntamos cómo puede plantearse el revisionismo sobre esta época. En mi opinión se trata de un problema político. Un ejemplo es la reciente detención de dos historiadores polacos que han escrito un libro sobre la participación de los polacos en el exterminio nazi de los judíos. A mi entender, la respuesta es clara: políticamente no interesa que determinados pueblos o naciones se vean involucrados en esa responsabilidad política. Tampoco interesa que la sociedad de estos países se vea relacionada con hechos de esta gravedad. Nos guste o no y pese a quien pese, la historia de los hechos y sus causas es una y solo una y hemos de ser fieles a ella.

No hace mucho tiempo, el Vicepresidente Pablo Iglesias hizo unas declaraciones sobre los exiliados, totalmente desproporcionadas y frívolas. Esos comentarios sobre los mal llamados «exiliados políticos catalanes» nada tienen que ver con el contexto histórico y político, ni con las situaciones personales y colectivas, ni con el sufrimiento de los exiliados españoles del 39.

Curiosamente algunos partidos políticos parecen muy interesados ahora por el exilio y los muertos en las cunetas, aunque hayan pasado décadas en silencio. Actualmente se está tramitando en el Parlamento una Ley de Memoria Democrática. Bienvenidas todas aquellas formaciones que antes o ahora mostraron poco o mucho interés por el tema y reconozcan que, en nuestra historia, hubo un exilio y muertos en las cunetas. De esta forma, podremos ahora reivindicar el hecho –lo que hace tiempo debió hacer sucedido– y rendir homenaje a esas personas que se exiliaron y/o permanecieron en campos de concentración y dieron la vida defendiendo el gobierno legitimo de la República.

«...Estos días azules y este sol de la infancia» (último poema de Antonio Machado, ya en el exilio, encontrado en el bolsillo de su gabán).

Conxa Manrique: Abogada especialista en derecho administrativo. Miembro de la Sociedad de Estudios Económicos. Patrona de la Fundació Trencadís Modernismo y Cultura.

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