Sobrevivir al Black Friday

Los cambios en los usos comerciales son interesantes si sabemos gestionarlos de una forma inteligente

23 noviembre 2018 17:46 | Actualizado a 23 noviembre 2018 17:49
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La moda comercial del Black Friday, importada de los usos americanos, se ha consolidado en nuestro país con inusitada rapidez. El Black Friday ya no dura solo un viernes. Bajo este reclamo comercial la oferta de rebajas anticipadas de Navidad se han extendido al fin de semana e incluso a la semana entera. Ningún sector se ha resistido a quedarse al margen del viernes negro. Nada es vendible hoy sino goza de la protección milagrosa del Black Friday. Este fenómeno relativamente nuevo es la demostración más patente de la aceleración que ha sufrido el mundo del comercio, al igual que otros sectores tecnológicos. Hasta no hace mucho, la actividad comercial se movía de forma repetitiva entre unos períodos estacionales pautados. Las rebajas eran siempre en las mismas fechas y siempre después de finalizar la temporada de invierno o de verano. Entre medio podían surgir iniciativas más puntuales como la semana blanca o similares. El corsé legislativo hacía el resto para mantener la disciplina hasta las últimas consecuencias. Poco a poco, las nuevas técnicas comerciales y la irrupción de formas más agresivas de captar al consumidor han hecho saltar por los aires los esquemas rígidos de promoción comercial. Ahora estamos en oferta permanente. Cualquier argumento sirve para captar al consumidor. Lo que importa es vender cuanto antes mejor. Evidentemente no todo el comercio está en condiciones de responder a esta exigencia tan agresiva. Como siempre son los más pequeños quienes más padecen el ritmo que exige la oferta permanente. Probablemente el mayor error que pueden cometer es entrar en el juego que marca el e-comercio y las grandes cadenas. Su factor competitivo debe ser otro, basado en la calidad de la atención personalizada y el producto superexclsivo. Fenómenos de masas como el Black Friday son de otra guerra. Del mismo modo el consumidor debe hacerse fuerte ante el bombardeo viral de fenómenos como el viernes negro. Todos los cambios son ventajosos si se saben gestionar con inteligencia.

 

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