Estos días Europa mira a Grecia, el país que nos legó la democracia y viejas lecciones morales. Por ejemplo, cuando la corrupción es tan frecuente, citemos palabras de la Apología de Sócrates cuando fue condenado a muerte: «Estos mismo acusadores que me han calumniado no han podido probar con testigos que yo haya exigido salario alguno; os presento un testigo que considero suficiente para avalar la verdad de mis palabras: la pobreza».
También Damocles está de actualidad. Era un cortesano adulador del rey Dionisio, tirano de Siracusa. Un día el rey le concedió sentarse en el trono. Cuando allí se hallaba, vestido con las mejores galas y con selectos manjares, se dio cuenta de que sobre su cabeza pendía de un delgado hilo una espada bien afilada. Se le quitaron las ganas de comer… y de seguir reinando.
La espada de Damocles se ha reencarnado en Bárcenas y pende hoy sobre la cabeza de Rajoy.