Todo por las patrias

La señora Merkel se ha convertido en nuestra señora de la Merced

19 mayo 2017 21:52 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:58
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Los que vengan buscando patria y saltándose alambradas van a hacerse un lío. La singularidad de Cataluña, que es verdad que tiene instituciones y tradiciones propias, está sirviendo para separarnos a los que tenemos no sólo una historia común, sino muchos amigos catalanes, o sea, hermanos electos. Dicho en palabras de Jorge Guillén: «Amigos. Nadie más. El resto es selva. Humanos. Libres, lentamente ociosos; un amor que no jura ni promete, reuniré a unos hombres en el aire». Ahora que se han roto las inexistentes promesas afectivas y sólo se habla de singularidades vamos a desconectar a nuestros obligatorios huéspedes. El Gobierno advierte de que no tiene medios para más asilados y el Ejecutivo, que no desea ser verdugo de nadie, intenta que el cupo de refugiados sea menor al previsto. La señora Merkel se ha convertido en nuestra señora de la Merced, mientras los niños andaluces en riesgo de exclusión, o sea, al borde del hambre, dejarán de recibir la merienda y tendrán que conformarse con el almuerzo en el comedor del colegio, donde en general se come mejor que en muchas de sus casas. Eso sí que es una singularidad, aunque afecte a un número plural de niños, todos parecidos al niño Aylan, que llegó muerto a la orilla salvadora.

El cristianismo ha sido históricamente considerado como un experimento que sigue fracasando. Sin duda no éramos dignos de que Jesús de Nazaret viniera a rescatarnos. La verdad es que acudió tarde. Sólo hace veinte siglos, que no son nada en la historia del tiempo, que ya sabemos que no es ningún niño como Aylan, ni como los demás niños que han recogido sus cubos de arena, a medio llenar, y han ayudado a sus padres a transportar los toldos y las sombrillas, al mismo tiempo que les preguntaban cuándo empieza el verano siguiente. ¿En qué playa metemos a los nuestros y a los que vienen? El Gobierno ha confesado que no tiene medios para más asilados, pero nosotros tenemos la obligación moral de darles asilo. Sea como sea, aunque sea imposible.

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