Torrente, el brazo tonto de la ley

10 agosto 2020 08:10 | Actualizado a 10 agosto 2020 08:31
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El viejo principio griego de ἰσονομία (igualdad ante la ley) y el romano de dura lex, sed lex iluminan toda la tradición jurídica de Occidente a nivel teórico desde hace siglos sin que nadie los ponga en cuestión salvo Torrente, el brazo tonto de la ley.

Yo comprendo que el mundo independentista esté muy agitado ante sus negras perspectivas de futuro, al menos por una larga temporada, y que por tanto se sirva de cuantas cortinas de humo a su alcance sean posibles para desviar la atención de sus frustrados seguidores a los que se embaucó con tantas promesas ilusionantes de las que ninguna de ellas han sido capaces de cumplimentar.

Sobre todo cuando pese a sus denodados esfuerzos y según datos del mismo CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) catalán éste certifica que más del 50% de catalanes son contrarios a la independencia. Es frustrante ciertamente.

Siguen erre que erre reclamando un referéndum que perderían sin comprender o comprendiendo demasiado bien que, no obstante, el Estado español jamás conculcará sus propias reglas como corresponde a todo Estado de derecho digno de sí mismo. Pero, les da igual.

Se ha mentido de manera tan continuada y con tanta desvergüenza durante tanto tiempo que les resulta imposible un mínimo rasgo de honestidad reconociendo sus propios errores.

Por tanto, la tocata y fuga del rey emérito (nada que ver con la de Carles Puigdemont pues aquel no está imputado y éste sí, lo que establece una sustancial diferencia a efectos meramente jurídicos), les ha puesto en bandeja de plata la ocasión para montar un nuevo sarao parlamentario bajo la siempre sabia presidencia de Roger Torrent (sin e).

El pleno extraordinario (era cuestión de vida o muerte al parecer, un caso de verdadera urgencia nacional) para reprobar a la Monarquía y a Felipe VI en un Parlament reducido a mínimos, devastado a causa del corona virus, rozó una vez más el esperpento. El bloque independentista (Junts per Catalunya, ERC y la CUP) pretendía aprobar una serie de resoluciones sirviéndose de su exigua mayoría que, a estos efectos, es completamente inoperante.

Hasta un experto tan poco dudoso de españolismo como Joan Ridao, letrado mayor de la Cámara y reconocido jurista y politólogo, comunicó en la Junta de Portavoces que no se publicarían parte de dichas resoluciones en el Boletín Oficial del Parlament ya que iban en contra de las advertencias del Tribunal Constitucional, aunque Junts per Catalunya, como no podía ser de otra manera, exigió que sí figurasen.

Como vemos se puede ser independentista y fiel cumplidor de la Ley, algo que no acaba de penetrar en las venerables cabezas de Torra-Torrent y demás entusiastas. Sólo faltaría. Serán republicanos pero lo de hacer siempre su real gana lo practican como nadie como si de monarcas absolutistas se tratara. Por exigir que no quede. Papel mojado.

Sin embargo, el president Torra y el president Torrent, actúan al unísono para proclamar bien alto su repudio al «Régimen del 78» y a la «Monarquía delincuente» incluyendo en el paquete al padre y al hijo que hasta ahora ha actuado en defensa de los valores republicanos que tanto exigen quienes empiezan más por ignorarlos y no practicarlos. Paradojas de la vida.

Ya sabemos que la política hace extraños compañeros de cama, por lo que no puede sorprender a estas alturas que los «progres» de Podemos y los «independentistas catalanes» coincidan en semejantes propósitos. ¿Qué podría salir de semejante maridaje? Eso sí, de repudiar a los inductores del mayor latrocinio de la Historia de Catalunya perpetrado en la República virtual catalana del 3% (incluso 5% según Carod-Rovira) y a su preclaro monarca y Padrino, Jordi Pujol i Soley, res de res.

Para tan preclaros líderes independentistas nada hay que repudiar en el inmaculado terreno del independentismo catalán a diferencia del lodazal por el que transita la política española, por lo que ellos, los mejores guardianes de las esencias democráticas se aprestan a denunciarlo para que conste en acta. Ni eso. Coherencia ante todo.

Si hiciéramos un repaso de las incongruencias en que incurren tan esforzados cruzados no acabaríamos nunca. Ah

ora mismo la diputada Laura Borràs, muy digna, se ha negado a ir a comparecer ante el Tribunal Supremo al que se le reconoce legitimidad cuando sus resoluciones son acordes con sus intereses y al que se repudia cuando no, ahora por no ordenar la caza y captura del rey emérito supuestamente delincuente, olvidando el pequeño detalle de que el rey emérito de momento no ha sido imputado y ella sí, y condenada a mayor abundamiento.

A estas alturas los que no comulgamos con ruedas de molino ya estamos curados de espanto: casos de Banca Catalana y la manifestación indigna que montó el ex Molt Honorable a modo de escudo y presumiendo de honestidad a prueba de bombas desde el mismísimo balcón de la Generalitat, el de Oriol Pujol Ferrusola por las ITV que también se rodeó de incondicionales para ir a declarar al TSJC, por no hacer referencia a todos los casos de dirigentes corruptos convictos y confesos de CiU.

La señora Borràs podrá tratar de esconder detrás de la estelada su manifiesta corrupción favoreciendo a los amiguetes de turno para ponerlos en nómina, pero ya no cuela ese patriotismo de aldea. La corrupción desborda todo lo imaginable.

Es evidente que si fuera tan patente que es inocente y todo hubiera sido una malvada maniobra españolista para ensuciar su buen nombre, sería la primera interesada en acudir rauda y veloz a los tribunales para defender su honorabilidad como nos tocaría hacer a cualquier ciudadano del común.

Les guste o les disguste a los independentistas y pese a la crisis aguda por la que atraviesa la monarquía parlamentaria española, el sistema político, el poder judicial funciona, con retraso, y no siempre a gusto de todos como es de ley, pero funciona. «En tiempo de desolación nunca hacer mudanza».

Y la calidad de la democracia española incluyendo sus manifiestas disfuncionalidades, que sin duda hay que corregir, está a la altura de las democracias más serias y consolidadas del mundo.

Así que Torra-Torrent podrán seguir haciendo un circo jurídico permanente del Parlament degradándolo constantemente, perdiendo el tiempo con salvas de artillería de confetis multicolores.

Pero no hay más realidad jurídica que la de: Dura lex sed lex, a no ser que aquí, por guapos, prefiramos aplicar «el brazo tonto de la ley» de personajes de ópera bufa como Torrente, en vez de seguir dejándonos guiar por la ejemplar mano con que nuestros presidentes Torra y Torrent llevan los asuntos que verdaderamente preocupan aquí y ahora a la inmensa mayoría de catalanes sean del color político que sean.

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