Si algún día se escribe la vida de José Sánchez Real, el título podría ser: un sabio pasea por Tarragona.
Había sido un profesor excelente, de los que dejan huella en miles de alumnos. Cuando acabó su vida activa, se entregó de lleno a sus aficiones que, por tomárselas en serio, le convertían en experto.
Era docto en física y química, pero sus conocimientos de arqueología no eran menores. Se paseaba por Tarragona observando cada detalle. Denunciaba atentados contra restos romanos, se hacía elevar por una grúa para contemplar las campanas de la Catedral, escribía de las antiguas prensas de aceite… y venía a mi despacho para charlas inolvidables.
Tarragona está en deuda con él. Me sumo a su amable recuerdo, a los cien años de su nacimiento, el 12 de enero de 1918.