Un serio dilema

04 agosto 2020 08:20 | Actualizado a 04 agosto 2020 08:37
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Andrés Faro Lalane en el Diari de Tarragona ha desarrollado unas reflexiones sobre qué hacer frente al dilema de la reanudación del curso escolar, y en su artículo lo señala muy adecuadamente, no es una decisión fácil: «en las numerosas entrevistas que he leído no he encontrado ninguna que ponga el dedo en los asuntos anteriormente explicados».

Con la misma voluntad de aportar datos para la reflexión es que se escriben estas líneas coincidiendo que nadie tiene la regla de oro para medir este problema.

El primer dilema es si es aceptable, dado el serio peligro de contagio, el no volver a clase hasta no haber una cierta claridad sobre la pandemia.

Una vacuna, lejana, o una certeza de cómo se puede obviar la transmisión, puesto que las condiciones objetivas de las escuelas y de los hogares no son iguales y en ellos habrá situaciones que son tan problemáticas como para no aconsejar que los niños vuelva a sus hogares con realidades muy condicionantes, siendo la de la soledad en el hogar, ancianos, personas enfermas. La casuística es numerosa y difícil de solucionar.

Esto plantea otro problema, si no se va a clase, qué se les ofrece, una educación a distancia, que en este caso dado los avances tecnológicos se ha optado por la educación «en línea», es decir educación virtual. Que plantea otra clase problemas, como que muchos niños estarán solos en casa, y no todos tienen medios tecnológicos y ello implica una didáctica que difiere del proceso educativo presencial. ¿Hay tiempo para prepararla?

Ante esta dimensión cabe una opción intermedia, clases presenciales y clases «en línea», manteniendo siempre de quien estará con el alumnado y en el caso de la clase presencial cuantos alumnos, diez por clase, quince, o más. ¿Con un solo maestro o con ayuda de monitores?, según sea el número de alumnos por aula, y por supuesto con todas las garantías sanitaria adecuadas.

Y así podríamos ir poniendo marcos operativos de acción, sin entrar a valorar, si, ante esta situación de emergencia el sistema educativo debe plantarse cómo educar con y en una pandemia, que en estos momentos está sin controlar y el serio peligro de contagio, con todo lo que ello implica. Si decidimos uno u otro camino ya se observa que la problemática no es fácil ni sencilla y que hay tantos argumentos a favor de una u otra opción.

La cuestión es, cuál es la mejor o la menos mala, sin que se ponga a menos cabo la salud, esencial, y la formación de los educandos, la salud es lo primero y la educación es secundario.

Ya se ha visto que la salud es lo primero y la economía es secundario, aunque hay quien se pregunta de qué me sirve tener salud si no tengo trabajo ni con qué comer. Que se lo preguntes a los miles de autónomos que ya han perdido su trabajo. Todos son dilemas.

Es obvio que el dilema educativo es muy complejo y sobre todo cuando no hay acuerdo en la comunidad internacional, prueba de ello es que hay en estos momentos países que han optado por la presencial, otros por la virtual y otros por la radio y otros por ninguna.

Y en nuestro país dado que la educación está transferida podremos encontrarnos que habrá varios modelos de aplicación con la problemática que ello puede conllevar a una desigualdad de trato educativo y social para los educandos de una u otra comunidad. Sin olvidar que todos somos iguales en derechos y libertades.

A título de elementos para reflexión daremos algunos datos para que se observe como está la cuestión.

Según la Unesco, de los 1.600 millones de estudiantes del mundo, hay 188 países que no tienen clases presenciales. Es decir, el 91,3% de los alumnos a nivel global está afectado.

En Francia el presidente Emmanuel Macron anunció el pasado 14 de junio su decisión de reanudar la enseñanza en condiciones casi de normalidad pese a que el virus sigue circulando en el país.

Aunque en Alemania en las dos últimas semanas habían regresado ya a los pupitres algunos estudiantes de niveles concretos y han comenzado los exámenes del Abitur (la Selectividad alemana), el día oficial de vuelta a la enseñanza presencial pactado por el Gobierno federal y los 16 länder (estados federados) ha sido el 4 de mayo.

Dinamarca y Noruega han vuelto a clase con distintas condiciones especiales y objetivas Uruguay es el único país que ha iniciado las clases presenciales.

Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Paraguay, han optado por las clases virtuales con unas condiciones muy subjetivas cada uno de ellos. Bélgica, Camerún, Holanda o Sudáfrica se van abriendo clases progresivamente con diferentes recursos tomando la temperatura al entrar a clase y con mascarillas unos, otros no.

Y China el país donde nació el problema se va abriendo las clases con condiciones muy estrictas de sanidad y distanciamiento. Mascarillas, toma de temperatura, comidas en condiciones especiales…

Es más que evidente que es un problema que requiere una reflexión profunda, pero no se puede obviar y como ya se sabe toda decisión lleva un coste significativo, conviene reflexionar que los recortes en sanidad y educación desde el 2008, ahora observamos que aquella cicatería y equivocación nos está planteando serios problemas y realidades.

Con un septiembre a la vuelta de la esquina y con un agosto sin acción, ¿nos volveremos a equivocar?

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