Albricias, la Generalitat vuelve a ser rica

19 mayo 2017 20:59 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:14
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Dios mío! ¿Dónde estaba la CUP hasta ahora? Ha bastado que el partido antisistema tenga en sus manos la investidura de Artur Mas para que Catalunya, hasta ayer en bancarrota, nade en la abundancia. Olvídense de aquella Generalitat que no podía pagar a las residencias ni a las farmacias –muchas de ellas están pasando un auténtico calvario, con unas deudas a sus proveedores que ya no les permiten adquirir medicamentos básicos para sus clientes–... Del ente que carecía de recursos para construir escuelas o pagar la paga extra a sus trabajadores… De aquella Generalitat que lo recortó todo: la salud, la ratio de maestros por niño en las escuelas públicas, la sexta hora, el número de médicos… De ese Govern que no podía pagar la renta mínima de inserción a las familias que lo necesitaban para vivir, que no tenía dinero para cumplir la ley de dependencia… De la institución que implementó el luego ilegal euro sanitario, que nos adjudicó el copago en las medicinas o que subió hasta las nubes las tasas universitarias... Olviden aquella Generalitat y asómbrense: es la misma que ahora pondrá un salario mínimo interprofesional de 1.000 euros, garantizará la total cobertura de alimentación para los niños en riesgo de pobreza, aplicará la ley energética, impidiendo el corte de suministro a las familias vulnerables, realojará a familias desahuciadas; la que habla de la renta mínima de inserción como un «derecho subjetivo»; la que reducirá a la mitad las listas de espera; la que se compromete a abonar la prestación de la dependencia a todas las personas que la tengan reconocida, a contratar más profesores, a «tender a cubrir» todas las demandas de plazas de guardería, a recuperar la ley de barrios, a equiparar el parque público de vivienda con la media europea... ¿Lo ven? La CUP, tan poco de ir a misa, ha obrado un milagro. Bueno, dos: el de la multiplicación de los recursos y –el más difícil todavía– el de la conversión de Mas a las políticas sociales. ¿Para qué queremos Reyes Magos si tenemos a Artur Mas en la cuerda floja?

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