Científicos que no llegan a fin de mes

Acabo de leer un reportaje con unos datos escandalosos: los tres ensayos más prometedores para conseguir una vacuna contra la Covid que se desarrollan en España están dirigidos por científicos jubilados y los que trabajan a su lado tienen contratos temporales con los que apenas llegan a fin de mes. Y, entre otros ejemplos, cita el caso de Pedro Aldecoa, licenciado en Biología por la Complutense y graduado en Química por la Uned, doctor en Bioquímica y Biología Molecular, un año en el Center for Infectious Desease Research de Seattle (EE UU), director de cuatro tesis doctorales, autor de artículos de divulgación científica.... En su trabajo no hay horarios: muchos fines de semana, algún que otro domingo... Y eso que es, junto a una compañera, el único de su equipo con contrato fijo, aunque sea de técnico, por debajo de su capacidad. Cobra unos 1.600 euros al mes, sueldo con el que ha de hacer frente a la hipoteca de un piso en Madrid.

Lo más grave del asunto es que no se trata de un caso único. Es este un retrato de cómo tratamos aquí a la ciencia, esa en la que ahora están puestas todas las esperanzas para salir de esta pesadilla. Pero no pasa nada; aquí estamos demasiado ocupados discutiendo sobre los 555 millones de euros que gana Messi en cuatro años. ¡Dios mío, qué país!