Cuando Luis María Anson dirigía el ABC era frecuente que mencionara la repercusión de algún editorial presumiendo: «Las llamadas de los lectores colapsaron la centralita telefónica». No le habría aconsejado yo cambiar la línea editorial, pero sí la centralita.
Pues algo parecido podría decir la presidenta del Parlament: no se habla de otra cosa. Me refiero a las naturales reacciones que ha provocado la exclusiva del Ara sobre los 21 funcionarios de la institución (de los 220 que tiene en plantilla) que cobran sin trabajar, con sueldos que oscilan entre 3.800 y 10.700 euros mensuales.
Todos conocemos a voluntarios, personas que trabajan sin cobrar, pero lo de cobrar sin trabajar, y cantidades de este tipo, es una novedad digna de mención.