La atención primaria, una prioridad

Todo apunta a que por fin la Covid va en franco retroceso, aunque si algo nos ha enseñado el coronavirus es su capacidad para resucitar cuando lo habíamos dado ya por superado, por lo que no parece inoportuno mantener ciertas precauciones que eviten un repunte de esta enfermedad que tanto daño nos ha infligido.

Pero, más allá del coronavirus –o incluso conviviendo con este–, hay otros virus que en los últimos años, por aquello de la mascarilla, los confinamientos y la reducción de los contactos personales, han permanecido un tanto adormecidos y que en este inicio de otoño están repuntando con toda su fuerza. Prueba de ello es el incremento exponencial de catarros, resfriados y gripes, que ya se ha dejado notar en la afluencia de pacientes a los centros de atención primaria.

Efectivamente, la vuelta a la normalidad, con la reapertura de los colegios tras las vacaciones y las aglomeraciones propias de fiestas como las de Santa Tecla en Tarragona o las propiciadas por un transporte público que ha visto aumentar el número de usuarios por su gratuidad, ha traído también el regreso de esos virus que nos visitaban cada año y que la Covid había mantenido bajo mínimos.

Quizá sin la gravedad del virus que provocó la pandemia mundial, hay que recordar sin embargo que la gripe ya acababa con la vida de miles de personas cada año, por lo que sería insensato bajar la guardia y no prestarle la atención que merece. En este sentido, cabe incidir una vez más en la importancia de la atención primaria, durante muchos años la hermana pobre del sistema público de salud, como lo demuestra la endémica falta de recursos de que adolece.

Es posible que estemos ganando la batalla al coronavirus, pero la prevalencia de otros virus y enfermedades nos obliga a priorizar nuestro sistema público de salud, del que la atención primaria es piedra angular. Tratémosla, pues, como a tal y dotémosla de los recursos humanos y materiales que necesita.