La estación del Camp de Tarragona, popularmente conocida ‘como la del AVE’, se ha convertido, junto al aeropuerto de Reus, en una de las principales entradas de turistas a la Costa Daurada. Aparte, también, de que miles de tarraconenses la usan para sus desplazamientos a Madrid o Barcelona. Por eso su conectividad con los principales municipios cercanos, como Tarragona, Reus, Salou, Cambrils... debería ser excelente y la estación tendría que ofrecer una imagen digna de nuestra provincia. Y no es así.
La primera impresión que se llevan los viajeros al llegar a la estación es de abandono. Solo hay un local abierto, la cafetería que además vende los típicos souvenirs. Lo demás son persianas bajadas. Los turistas que buscan información sobre lugares a visitar no hallan ni unos tristes folletos con mapas de los principales atractivos que podrían visitar.
Luego, cuando ese mismo turista o el usuario más o menos habitual sale a la calle se encuentra ante una penosa disyuntiva. O tomar un transporte rápido pero muy caro o tener que soportar un trayecto interminable en bus. Es el caso de dos mujeres cuyos testimonios publicamos hoy. A una de ellas le salía más barato el billete de Madrid a Camp de Tarragona en un tren de una compañía de bajo coste que el taxi entre la Estación del Camp y Tarragona. Es decir era más caro un trayecto de apenas 12 kilómetros que otro de más de 400. La segunda persona tardó más de una hora de Salou y tuvo que esperar dos horas más su tren.
No olvidemos el peligro que supone para los usuarios frecuentes aparcar en los accesos a la estación en vez de en el parking. El pasado miércoles el Diari informó que treinta coches habían sido asaltados. Todas estas carencias no son admisibles. Las entidades y autoridades competentes deben solucionarlas ya. Nuestra provincia no se merece este trato porque, como apuntaba ayer una usuaria, «hemos estado cinco días en Salou y ha ido todo muy bien, pero seguramente la estación sería lo que haría que no volviera de nuevo».