Isabel II fue un mito hasta su último aliento. Tanto ocupaba páginas en los volúmenes de Historia como contaba con referencias en el Libro Guinness de los Récords. Ahora que ha dejado este mundo, la mujer que nunca opinaba es valorada como una gran estadista que basó en un medido silencio su incuestionable prestigio entre los dirigentes de todo el planeta.
Sus 70 años en el trono de los Windsor le permitieron compartir su reinado con las principales personalidades políticas de la segunda mitad del siglo pasado y las primeras décadas del presente. Sin que le pesara la corona en sus más de un centenar de visitas de Estado, incontables audiencias en Buckingham Palace, una intervención en el Congreso de EE UU y hasta dos participaciones en asambleas de Naciones Unidas. Llegó a conocer incluso a siete Papas desde Pío XII a Francisco, siete arzobispos de Canterbury -primado de la Iglesia anglicana-, quince primeros ministros británicos desde Churchill a Truss -con los que siempre ha mantenido un encuentro semanal-, trece presidentes norteamericanos desde Truman a Biden con la única excepción de Johnson y jefes de Gobiernos y Estados de los cinco continentes. Isabel II también encabezó la Commonwealth -54 naciones y casi 2.000 millones de habitantes- y era jefa de Estado de quince países, como Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
Líderes históricos Una fotografía con la Reina de Inglaterra ha sido siempre el objetivo de cualquier político que quisiera ver 'autorizada' su figura. La cuadragésima soberana del Reino Unido tuvo a bien reunirse con líderes históricos como el general De Gaulle, Nelson Mandela, Willy Brandt, Helmut Kohl, Haile Selassie, François Mitterrand, el mariscal Tito, Olof Palme, el Dalai Lama... Asó hasta completar una lista casi interminable de dirigentes de los cinco continentes. Y no puede olvidarse tampoco el histórico apretón de manos con el exdirigente de la banda terrorista IRA Martin McGuinness, que fue considerado como un hito en el proceso de paz en Irlanda del Norte. Solo el recientemente fallecido Mijail Gorbachov lo consiguió entre los grandes mandatarios de la Unión Soviética y tampoco lo lograron dictadores como Fidel Castro, Augusto Pinochet, Jorge Videla, Mao Zendong, Francisco Franco... Ni los golpistas que pasaron a encabezar muchos de los países africanos o asiáticos nacidos de las antiguas colonias británicas independizadas desde 1953.
Todos pudieron comprobar cómo desde que fue coronada en 1953 hasta su desaparición ayer cumplió a rajatabla el principio de neutralidad. Cualquier pensamiento que anidaba en su mente era secreto de Estado y con él se ha ido a la tumba. La figura de la monarca más duradera siempre ha estado por encima de la política gracias a la prudencia y corrección con la que ejercía su Jefatura de Estado.
Gracias a la salud de hierro de los Windsor, la mujer que no estaba predestinada a reinar pero que accedió al trono por la abdicación de su tío, Eduardo VIII, ha batido todo los récords. Pero el más importante no es el de su longevidad sino el cariño que le han profesado los británicos. Isabel II es la monarca que ha gozado de la mayor popularidad desde que se empezó a medir demoscópicamente a la monarquía. El 76% de los británicos se declaraba satisfecho con la Corona. Pero hasta ayer ella seguía muda, estoica y resistente.
.