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El acceso a la pornografía por parte de los menores es «tan fácil como hacer un clic en el móvil», dicen los propios chavales, que admiten que el consumo entre ellos es masivo y reconocen sin pudor que los inicios en esta práctica se producen a una edad muy precoz, los 13 años.
Los psicólogos y especialistas advierten de que esas películas se han transformado, en gran medida por la inhibición de las familias y su resistencia a hablar de un tema considerado tabú, en una especie de escuela sexual para los adolescentes, entre los que empiezan a aparecer patologías vinculadas con la adicción al porno.
Las medidas legales frente al consumo infantil de porno deben acompañarse con una política multidisciplinar desde la educación
Se trata de un grave problema que afecta negativamente al desarrollo de una sexualidad sana al favorecer la confusión entre la ficción cinematográfica y la realidad, y normalizar unas relaciones de dominio del hombre sobre la mujer, incluida la violencia física y verbal.
En este sentido, las estadísticas aportan ya algunos datos muy inquietantes, con un alarmante incremento de los delitos de índole sexual cometidos por menores –con agresiones en grupo y violaciones– que tratan de emular en la vida real las secuencias que ven en las pantallas de sus móviles.
La necesidad de arbitrar medidas que reviertan esta situación es urgente y prioritaria e interpela al conjunto de la sociedad. En primer término, a las familias, como responsables de la formación de sus descendientes y de la puesta a la disposición de niños de corta edad de smartphones que permiten un sencillo acceso a contenidos no solo inconvenientes, sino dañinos para su salud mental en una etapa en la que están construyendo su personalidad.
La estrategia no debe basarse en la prohibición, sino que debe combinar la aprobación de una ley integral para la protección de los menores en internet con una política multidisciplinar desde la educación, las competencias digitales, el ámbito de la igualdad, la empatía y el respeto y la puesta en marcha de dispositivos que limiten el acceso a esos contenidos pornográficos a los menores de edad.
