El fuego se apaga en invierno

29 julio 2021 08:00 | Actualizado a 29 julio 2021 08:12
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Viendo el desolador paisaje que ha quedado tras el incendio del pasado fin de semana en la Conca de Barberà y l’Anoia, que ha quemado casi 1.700 hectáreas, me ha venido a la cabeza la entrevista que hice hace cuatro años a Eduard Balsells, un joven de Igualada (cerca de donde se originó el fuego el pasado sábado), que en 2007 no dudó en cambiar un empleo fijo con un sueldo de 1.200 euros netos al mes por trabajar quince días y días libres para dedicarse a ser pastor y cumplir así su sueño desde pequeño.

Comenzó con 60 cabras blancas de Rasquera en una finca de Querol (Alt Camp) convencido de que Ramats al Bosc, su proyecto para contribuir a la gestión forestal sostenible de espacios considerados en riesgo de incendio mediante el pastoreo, iba a tener éxito. Pero pronto se dio cuenta de que convencer a los municipios de que mantener limpios los bosques es fácil con un rebaño de cabras y ovejas no era tarea fácil. De hecho fue sorprendentemente un municipio del Área Metropolitana de Barcelona, Sant Boi de Llobregat, el que le contrató en 2011, cuando ya estaba a punto de tirar la toalla para llevar a cabo tareas de prevención de incendios en el pulmón verde de su término municipal, la montaña de Sant Ramon.

Las más de dos horas de charla con él fueron intensas y sobre temas de profundidad y de plena actualidad como el despoblamiento rural, la importancia del consumo de proximidad, la producción agroecológica, la potenciación de la biodiversidad o el cambio climático. Si me tengo que quedar con alguna lo haría con una muy conocida en el mundo agrícola, el fuego se apaga en invierno limpiando los bosques.

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