El límite de la confrontación

19 mayo 2017 21:29 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:12
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Djkovic es un tío con suerte. Con un innegable talento para el tenis, pero terriblemente afortunado. ‘Su’ momento ha coincidido con el declive de dos gigantes:Rafa Nadal y Roger Federer. Mientras que Novak tomaba el relevo de uno, el hueco del otro ha quedado desierto. Ni Murray, ni Tsonga, ni ningún otro tenista ha dado ese paso hacia el último peldaño de la pirámide del tenis. Así, el serbio se encuentra solo en la cima. Sin incordios. Libre para ejercer su dominio absoluto de la raqueta. Le da igual el terreno. Hasta en tierra batida, donde peores tardes ha pasado. Nadie le tose. Pero tengo la sensación de que por mucho que alimente su galería de trofeos, la historia no le tendrá en cuenta de igual manera que al balear o al suizo. Aunque les supere en títulos. Rafa y Roger estarán lejos de su alcance. Ellos tienen algo que difícilmente tendrá Djokovic, una confrontación exitosa. Cada duelo entre Nadal y Federer congregaba a miles de espectadores ante el televisor. Fuera cual fuera su nacionalidad. Todo el mundo tenía su favorito. Sus partidos se saboreaban. Se degustaban con avidez. No había torneo en el que ambos no protagonizaran la final. Y ellos lo sabían. Por eso coincidían en la mayoría de campeonatos. Porque sabían que levantar el Master 1000 de Roma sin la presencia del otro en el torneo solo servía para sumar puntos en esa indescifrable y extraña lista ATP. La sensación de victoria no era completa. Como hacen Messi y Cristiano, Roger y Rafa se retroalimentaban. Se hacían mejores. Se llevaron a un límite exquisito que Djokovic nunca podrá alcanzar sin un ‘archienemigo’.

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