El mensaje de santa Faustina Kowalska

Santa María Faustina Kowalska fue una monja polaca que falleció en 1938, a los 33 años

19 mayo 2017 23:06 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:19
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Santa María Faustina Kowalska fue una monja polaca que falleció en 1938, a los 33 años, declarada santa por el papa Juan Pablo II en el año 2000. En su diario revela muchas mociones sobrenaturales que recibió, pero hay una que las resume todas: «Tú serás la secretaria de mi misericordia».

Entregó su vida religiosa a proclamar el corazón amoroso de Cristo, y, de acuerdo con su deseo, el segundo domingo de Pascua la Iglesia celebra el Domingo de la Divina Misericordia.

La santa polaca cuenta que cierta noche una hermana del convento le confió sus sufrimientos espirituales por confesiones mal hechas y por la duda de si Dios le perdonaría. Cuando ella se disponía a darle una respuesta, el Señor le comunicó: «Dile que su desconfianza hiere más mi corazón que los pecados que cometió».

La lectura de su Diario nos lleva a considerar la humildad con la que se puso en manos de Dios, con quien mantenía un verdadero diálogo interior. Pero también nos muestra que la santidad no separa a una persona del mundo que le envuelve.

El testimonio de la relación que mantuvo con sus padres y parientes, también es aleccionadora. Recuerda, por ejemplo, unos días que pasó en su casa para ver a su madre moribunda. Todos se alegraron mucho de verla, después de unos años en el convento, y cuenta que a veces fueron hasta veinticinco los que sereunieron. No le dejaban tiempo para sus rezos. Por la noche se fue al jardín, buscando un poco de soledad, pero allí acudieron sus nueve hermanos y hermanas a estar con ella.

Su relato continúa, explicando la ocurrencia que tuvo: «Pedí a los hermanos que cantasen para mí, porque tenían bellas voces y uno tocaba el violín y otro la mandolina, y así en este tiempo pude dedicarme a la oración interior sin evitar su compañía».

Me ha parecido una bella anécdota que sin duda comprenderán en toda su profundidad las personas de vida consagrada. La relación con Dios no nos aparta de los demás, sino que hace la relación más grata con la familia y las amistades, porque la oración nos lleva a tratar de imitar al Señor que, en su amor, no vino a condenar sino a salvarnos, y es fuente de misericordia. Que en este día pidamos este don divino para nosotros y para todos.

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