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Quisieron matar a un ángel

28 marzo 2024 20:58 | Actualizado a 30 marzo 2024 07:00
Josep Moya-Angeler
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Ella era una niña sorda, pero miraba las manos del guitarrista y con sólo eso entendía el ritmo de la música y bailaba como nadie. Carmen Amaya se vio con ella varios días, muy poco antes de que Carmen muriera.

Nadie sabe de qué hablaron ni cómo la Amaya le pasó el testigo de un arte que embrujaba. Nadie dudó ni duda hoy de que ambas, nacidas en el Somorrostro barcelonés, han sido las mejores bailaoras del mundo. Ella se llama Antonia, pero se la conocía por su apellido, ‘La Singla’. Zapateaba y cuanto ganaba se iba para mantener a sus veintitrés hermanos, nacidos de dos matrimonios del padre.

El padre, ¡ay el padre!, dicen que era «personaje siniestro», oscuro, celoso y de difícil perdón. Cuando la Singla comenzó a triunfar y a aprender a hablar y mejorar su audición, el apellido la delató y alguien preguntó al padre, que había abandonado a su familia, si era parienta.

Cuando el individuo ató cables, se presentó en el Somorrostro (barrio de chabolas, sin agua, electricidad ni higiene) y se adueñó de la hija. Inocente, Antonia cayó en sus redes. A media voz, cuantos conocen la historia hablan de abusos. Imagínense los peores.

Antonia creció ingenua, inocente y con una mirada profunda de grandes ojos negros.

Una mirada transparente y directa. Un día tenía que llegar la luz. Descubrió la esclavitud en que vivía y que quizás no compensaba el goce de bailar con pasión, intensidad y emociones desbordantes. Los dioses le habían regalado un talento único. Ella lo puso en la balanza de su vida y pesaron más los abusos. Había llegado a la madurez de golpe. Y de golpe decidió no volver a bailar jamás, romper las cadenas y encontrarse con la dignidad. Habían querido matar a un ángel, pero con la chispa que quedaba de lucidez, ahogada la inocencia, pudo huir.

Cuando el individuo ató cables, se presentó en el Somorrostro (barrio de chabolas, sin agua, electricidad ni higiene) y se adueñó de la hija. Inocente, Antonia cayó en sus redes

El precio de todo ello, una depresión aplastante, con siete años en el lecho, herida por la realidad. El horror. Antonio, el chico del que se había enamorado, se casó con ella y la ayudó a superar el infierno.

Antonia se ha rehecho. Vive cerca de Barcelona sin más pretensión que la de amar y ser amada por su familia, dos hijas y varios nietos. Ahora puede verse en una cadena de televisión una magnífica película que narra esta historia. La Singla.

La que se codeaba con Dalí, la que inspiró a Miró, la que fue estrella en el Olympia de París y tenía legión de devotos en Alemania, la heredera de Carmen Amaya, la que de jovencísima metieron en la película Los Tarantos porque sin ella no se podía explicar cómo era el Somorrostro, aquel vergonzoso gheto donde la gente era feliz con casi nada y sin ella no se entiende el duende del flamenco gitano.

Antonia se ha rehecho. Vive cerca de Barcelona sin más pretensión que la de amar y ser amada por su familia, dos hijas y varios nietos. Ahora puede verse una película que narra esta historia

La Singla que inspiraba ser querida con nobleza y admiración. Bella porque era pura de alma, aunque el demonio se la quiso llevar. ¡Cuántas lecciones se encierran en su historia sórdida y gloriosa a la vez! No pudieron con ella, pues fue ella la que decidió cambiar el rumbo de su vida. Repito, quisieron matar al ángel que se encerraba en su taconeo y en el volar de las manos, y casi lo lograron.

A los que amamos el arte nos privaron de un goce emocionante, pero ella supo elegir el camino sencillo que le marcaban sus raíces gitanas.

Si García Lorca la hubiera conocido, habría desgranado palabras musicales de las que embelesan. Acordarse de ella, en un film o revisando viejas escenas no es un acto de nostalgia, es una experiencia que lleva del éxtasis de la belleza a la maldición por los miserables que acechan a inocentes.

La vida, ese misterio que nos lleva por caminos inescrutables, dibujó en La Singla una historia bella y amarga, rehecha a base de echar por la borda un porvenir extraordinario, antes que seguir embadurnando de barro la genialidad de un arte apasionante, intuitivo, sin mixturas y cargado de las emociones más puras.

Salían de los pies de un ángel que escapó del infierno cuando querían ahogarlo hasta la muerte. Bella, aunque cruel, historia cargada de lecciones vitales. Inolvidable Antonia, La Singla.

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