Yo me acuso

Declaro sin ambages que he votado al Partido Popular.

Durante esta legislatura he pensado que era prioritario que Pedro Sánchez dejara la presidencia del Gobierno. Irrumpió en la escena política española sin más mochila que su ambición y sus acciones empezaron a demostrarlo.

La primera papeleta con la que se encontró fue la resaca de la aplicación del artículo 155 y la condena de los políticos que habían incumplido la ley. Lo resolvió con las mañas que los gobiernos centrales han aplicado desde el inicio de la democracia, hacer un cambio de cromos.

De momento el cambalache le ha salido bien. Pero más se trata de un desfondamiento de la otra parte y no una solución ambiciosa de Estado.

Otra cuestión vital es el paro estructural que históricamente arrastra España. Ante ello se actualizó el contrato fijo discontinuo, que en último término pretende que predomine el contrato indefinido sobre el temporal. Una exigencia de la UE.

Pero se ha acusado a la coalición gubernamental de que servía para maquillar las cifras del paro.

No se entendió el cambio de política con respecto al Sáhara ni la crisis con Argelia en plena necesidad de gas, que más allá de causas ocultas, fue un apoyo a los intereses de EEUU y Francia, cuando España tiene una relación más directa y con posibilidad de maniobrar de forma independiente. Una dejación de responsabilidades.

Como ha sido hiriente que Bildu diera lecciones de democracia y que Sánchez pactara con ellos.

El futuro de Pedro Sánchez pasaba por dirigir algún organismo internacional. Resultaba extraño que se hablara de la Secretaría General de la OTAN, para eso necesitaría el beneplácito de los EE.UU., cuando sus socios de gobierno eran antiOTAN y el expresidente Zapatero se ha estado paseando por Venezuela.

Cuando el señorito Pablo Casado recogió sus bártulos de la presidencia del Partido, postular a Díaz Ayuso para sustituirlo no era buena idea puesto que su perfil encaja en el puesto que mantiene. Alberto Núñez Feijóo parecía el candidato más idóneo dentro de las caras visibles de su formación. Independientemente de las mayorías absoluta, sus logros en Galicia no parecen extraordinarios, pero se le supone alguien sensato y con experiencia de gestión.

Le fallaba su capacidad de moverse en el ámbito internacional, más allá de lo anecdótico de no hablar inglés. Mi opinión es que los resultados del domingo 23 se deben a que no ha aguantado la campaña electoral. Al final se desmanteló, lo cual ha sido hábilmente puesto de relieve por los contrarios. Incluso yo, en el último momento, estuve a punto de no votar.

Con todo, aposté por el PP sin estar de acuerdo con su línea política en temas que considero fundamentales e ideológicamente centrados. Uno de ellos es su no defensa de manera prioritaria del medio ambiente. Sin una geografía sólida que nos sostenga no hay bienestar ni futuro. Otro asunto es que haya una alcaldesa del PP que pretenda que el obispo bendiga el río que pasa por su ciudad.

Va siendo hora de que la religión sea una cuestión privada, de que los colegios sean para enseñar, no para adoctrinar en ninguna línea. Es un abuso que haya un público inocente cautivo.

Debido a esta evidente polarización, prevemos que los pactos beneficiarán a Pedro Sánchez. Aquí no ganamos ni perdemos nadie. A todos nos tocará aguantar el chaparrón, venga bien el agua para los pantanos o nos inunde.