Recuerdo que, cuando era niño, en mi pueblo había un sacerdote que era famoso por los largos tragos que bebía del cáliz en las misas, en cuya parte inferior incluso pegaba unas palmaditas para que cayera hasta la última gota hacia su boca.
Cuando algún fiel bromeaba con él sobre esa costumbre, el cura siempre le quitaba hierro al asunto y respondía que era «un poquito de vino rebajado con agua». Me temo que no era esta la receta que utilizó ese otro sacerdote que conducía su coche bajo los efectos del alcohol y que, tras chocar contra cinco vehículos en una calle de la ciudad de Valencia, justificó su estado de embriaguez por el vino que había bebido durante una misa que había oficiado poco antes.
Los hechos ocurrieron el pasado sábado en el barrio de Monteolivete y tras el incidente el hombre dio 0,54 mg/l de alcohol en la sangre en la prueba de alcoholemia que le hizo la Policía Local, cuando el máximo legal es 0,25, por lo que el religioso ha sido multado y ha perdido cuatro puntos del carnet de conducir. Si este hombre dio esta tasa de alcohol y sufrió este accidente con el vino de una sola misa, no puedo menos que sentir cierta preocupación por esos curas que en la llamada España vaciada dan varias misas en una misma mañana en diferentes pueblos a los que acuden conduciendo sus vehículos.
Espero que hagan como el cura de mi pueblo y rebajen el vino con agua, para que dar misa no se convierta en una actividad de riesgo.