La imagen del seleccionador de fútbol, Luis de la Fuente, plantando un árbol azada en mano como «embajador de la sostenibilidad» al colaborar con la reforestación de Doñana impulsada por la Real Federación Española de Fútbol para compensar la huella de carbono generada en la última final de la Copa del Rey no tiene desperdicio.
La campaña ha permitido plantar más de 8.900 árboles en la zona, arrasada en 2017 por un incendio que quemó más de 9.500 hectáreas, gracias al acuerdo alcanzado entre la Federación y la Fundación Plant for the Planet, que trabaja en esta zona junto a la Junta de Andalucía.
Vamos a ver. Está muy bien que cualquiera, incluida la Federación de fútbol, se preocupe por el medioambiente y plante un árbol –si son 8.900, mucho mejor–. Pero llámenme mal pensado o aguafiestas, porque el caso es que solo veo en esta acción –en la de la Federación, me refiero, no en la loable labor de la Fundación Plant for the Planet– el intento de este ente tan cuestionado por lavar una imagen que, desde luego, poco tiene que ver con el respeto al medioambiente.
Y es que considero un insulto a la inteligencia de los ciudadanos y una broma de mal gusto que digan que plantan estos árboles «para compensar la huella de carbono generada en la última final de la Copa del Rey».
Sí, la que se disputó en la Cartuja de Sevilla. Pero no dicen nada de la huella de carbono –muchísimo más grande, profunda y dañina– que provoca llevar la Supercopa –una competición que organiza también la Real Federación Española de Fútbol– a Arabia Saudí para blanquear a un régimen que cree que el dinero lo compra todo –y, a tenor de los resultados, me temo que no le falta razón–. Sí, muy bonita la foto del seleccionador plantando un arbolito.