Si uno se sienta hoy en un banco callejero (con permiso de las palomas), verá pasar a personas de diversas razas y no se extrañará, pero no siempre fue así. Vayan ejemplos.
Jordi Pujol recuerda la impresión que le produjo en su infancia ver a las primeras personas negras en una fiesta de Premià de Mar. Eran músicos de Jazz.
El profesor Paco Gómez Antón contaba que en los cincuenta, al comenzar la Universidad de Navarra se interesó por estudiar allí un japonés. El chico tomó un barco hacia Europa en un viaje de varias semanas del que daba cuenta con telegramas desde diversas escalas. El último les llegó desde Génova. Días después recibieron una llamada del jefe de la estación de tren de Pamplona: «Oiga, aquí tengo un chino, ¿es suyo?».