Millonario de la noche a la mañana

Sin duda, la persona –o personas– que selló ese boleto de la Primitiva en la librería del barrio de San Salvador que ha resultado premiado con más de 32 millones de euros será la envidia de toda Tarragona –sí, también de más allá–. De entrada, uno se alegra porque semejante dineral caiga en una zona tan humilde, lo que no deja de tener cierto halo de justicia poética. Claro que seguramente habría sido mejor que en lugar de que una cantidad tan obscena recayera sobre una persona, premios de 100.000 euros hubieran beneficiado a 320 familias necesitadas de ese barrio. Porque, ¿qué puede hacer uno si le cae de la noche a la mañana la friolera de 32 millones de euros? Es para volverse loco. De hecho, muchos lo hicieron; sobran los casos de afortunados en la lotería que se convirtieron en millonarios por un golpe de suerte y que, al cabo de unos pocos años, habían destrozado su vida, derrochado sus ganancias y acabado en la ruina, viendo cómo aquellos amigos que con tanta rapidez se acercaron en la época de vacas gordas se alejaban llegada la cuesta abajo. Y es que, aunque 32 millones de euros parezca una cantidad inabarcable, que lo es, ganadores de mayores fortunas han dado con sus huesos en la miseria tras dilapidar su dinero. Querría pensar que el afortunado o afortunada de San Salvador sepa administrar su riqueza, pague sus deudas –si las tiene–, ayude a su familia y lo disfrute sin perder la cabeza. Los demás seguiremos echando las cuentas de la lechera por si un día la diosa Fortuna se digna sonreírnos, mientras nos consolamos con aquello de que el mayor premio es tener buena salud. Que no deja de ser cierto. Claro que un pellizquito tampoco vendría mal. En fin, enhorabuena y cabeza, afortunado/a de San Salvador.