Hay ocasiones en que uno no deja de sorprenderse. Me explico, hace unos días un joven me mostraba en su móvil la propaganda de la actual suma de gobierno en el ayuntamiento de Tarragona.
Sobre un epígrafe que ponía ‘feina feta’ se mostraban dos imágenes (antes y después) que demostraban que en estos últimos cuatro años se había habilitado... un palo eléctrico en la zona de Torroja. A continuación venía un entusiasta mensaje tipo ‘fem que continuï el canvi!’ con la imagen sonriente del actual alcalde. Está claro, ¿no? Así, si la actual suma de 3-4 partidos (tránsfuga incluido) que gobierna el consistorio ahora dura todavía cuatro años más, en un día soleado de la primavera de 2027 podemos despertarnos con la preclara información de que ‘el canvi’ ha logrado habilitar una nueva instalación eléctrica en el área de Torroja o donde sea.
Quiero mostrarme respetuoso y defender que todos los representantes públicos dan lo mejor de sí mismos para mejorar la vida de sus conciudadanos, también los que han estado hasta ahora. Pero con la misma determinación os aseguro que si soy elegido alcalde y después de cuatro años (y de gestionar un presupuesto anual superior a los 180 millones de euros) tengo que agitar una instalación eléctrica en una calle como la madre de todas las revoluciones urbanas me iré para mi casa.
Y no porque desprecie las pequeñas transformaciones cotidianas –en absoluto, las fomentaremos–, sino porque habría demostrado que en el diccionario político en la definición de ‘falta de ambición de ciudad’ saldría mi foto.
Dicho esto, no quiero hablar más de este pasado tan gris y centrarme en el futuro inmediato. Amigos y amigas, quiero una Europa tarraconense. No una Tarragona europea solo, no, quiero una Europa tarraconense. Es decir, quiero ejercer un liderazgo que no se mueva en función de cómo sopla el viento de las redes sociales o de los palos eléctricos, sino que, cuando toque, sepa nadar en contra de la corriente imperante si así lo entiendo.
Si soy elegido alcalde y después de cuatro años tengo que agitar una instalación eléctrica en una calle como la madre de todas las revoluciones urbanas me iré para mi casa
Y diciendo siempre la verdad y tratando a la ciudadanía como lo que sois, personas adultas, conscientes y racionales.
Os pongo un ejemplo del valor de este compromiso que hago mío refiriéndome a un líder que no es de mi espacio político: Helmut Kohl. A finales del siglo pasado el canciller Kohl era consciente de que el 70% de los alemanes no querían renunciar al marco para sumarse al euro.
Sin embargo, Kohl también sabía que una Alemania europea era mucho mejor para la misma Alemania que una Europa alemana. Y actuó en consecuencia. Recibió críticas e insultos a punta pala pero fue consecuente. Y la historia de Alemania y de Europa ha demostrado que acertó.
Humildemente, lo mismo vale para Tarragona. Prefiero mil veces perder las elecciones a actuar con miedo o a ir tirando el día a día sin transformar nada. No, me comprometo delante de vosotros y vosotras a ejercer la responsabilidad, la determinación y la audacia que representa ser alcalde de Tarragona. Como hicieron, con sus aciertos y errores, grandes líderes democráticos de la ciudad como los alcaldes Recasens, Nadal y Ballesteros.
Pero para lograr esta transformación profunda, esta Europa tarraconense de proyección universal que digo, necesitamos tres cosas de manera ineludible:
Primero, una mayoría sólida en las elecciones de mayo. No quiero ganar por la mínima y ser alcalde a cualquier precio, quiero gobernar para transformar la realidad con ambición y por ello necesitamos una gran mayoría en la sala de plenos.
El mayor activo de Tarragona es el talento de su gente. No estoy delante de vosotros, sino a vuestro lado para lograr esta Tarragona imparable que merecen nuestros hijos e hijas
Creedme, si los que perdieron las elecciones hace cuatro años fueron capaces de obviar sus múltiples contradicciones solo para ‘fer fora’, como decían ellos mismos, a quien había ganado, ahora no tendrían ningún problema en poner palos a las ruedas a cualquier iniciativa únicamente para desgastar al futuro gobierno.
Segundo, necesitamos un ciclo largo para completar el proyecto de esta Tarragona ganadora. Tenemos objetivos y no plazos pero entenderéis que si queremos llegar a la meta ambiciosa que nos hemos fijado con cuatro años no nos basta. Hay que tener mirada larga y mantener una acción de Gobierno coherente y eficaz a largo plazo.
Tercero, el protagonista eres tú, quien está leyendo estas líneas. Siempre he tenido la convicción de que el mayor activo de Tarragona es el talento de su gente. No estoy delante de vosotros, sino a vuestro lado para lograr esta Tarragona imparable que merecen nuestros hijos e hijas.
Lo que sí os puedo garantizar es que si soy elegido alcalde me dejaré la piel para que nunca más nadie, ni de Barcelona, ni de Madrid, ni de donde sea nos mire por encima del hombro sin recordar que esta ciudad milenaria era y es un crisol de cultura y de convivencia mientras otros núcleos no eran más que un inmenso páramo.
No somos más que nadie, pero tampoco nunca van a volvernos a tratar como a ciudadanos de segunda. ¡Palabra!