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    Teatro de vanguardia al servicio de Vladimir Putin

    31 julio 2022 07:55 | Actualizado a 31 julio 2022 07:58
    José-Daniel Vila Robert
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    E n una novela mordaz titulada El mago del Kremlin, el politólogo italiano-suizo Giuliano de Empoli, combina realidad y ficción para retratar el poder de Moscú. Gran conocedor de la historia, la literatura y el teatro rusos, el escritor revela las múltiples caras de un inmenso actor: Vladimir Putin. Noche de estreno en un teatro de vanguardia de Moscú. Ministros, banqueros y empresarios han venido a ver una obra sarcástica que se burla del poder. El autor es Vadim Baranov, un sofisticado y atrevido hombre de teatro que se convertirá en asesor político de Vladimir Putin, al cual confesará «no se mucho de política, pero se lo que es una obra de teatro». Está ambientada a finales de los años 90, y así comienza la novela de Giuliano de Empoli, El mago del Kremlin.

    En los años 90, Rusia vivió una democracia, aunque imperfecta y corrupta, pero basada en la libertad de expresión, el espíritu empresarial y la competencia entre partidos políticos

    Vadim Baranov es un personaje de ficción tras el que se esconde Vladislav Sourkov, que existió realmente. Actor de teatro y televisión y antiguo alumno de la Academia de Arte Dramático de Moscú, Vladislav Sourkov se convirtió en asesor de Putin y magnificó el espectáculo político antes de dimitir en 2013 y caer posteriormente en desgracia. Mientras que a Putin le llama ‘Zar’, en la novela, Baranov es el ‘mago del Kremlin’, un hombre en la sombra, que manipula su mundo entre bambalinas. Una noche, mucho después de su dimisión, Baranov se encuentra con el narrador al que le cuenta su pasado y el de su país, centrándose en los años 90 y 2000. Empoli fue asesor político durante más de 20 años. En cierto momento, la novela se convirtió en una forma de expresar la naturaleza del poder, a través de lo que había observado y comprendido. Es cierto que ‘el mago del Kremlin’ es una novela sobre Rusia, pero también ofrece una reflexión sobre el poder en general, su influencia en las personas y la importancia de la experiencia que les proporciona.

    Putin se siente muy cómodo manejando el caos. Adaptar un comportamiento ilegible y ser imprevisible, cuando uno se siente debilitado es la única manera de asustar a la gente

    Los hechos que se cuentan son reales. No obstante, hay imaginación en los diálogos y algunos argumentos y citas del propio Putin. El autor, antes de escribir esta novela, investigó mucho y consultó a muchas personas relacionadas con la política rusa. La ficción sigue siendo la única forma de empatizar con el mundo emocional de los personajes. Según comenta el autor, nunca podría haber entrevistado directamente a Putin o a los miembros de su corte, Y aunque lo hubiera hecho, nunca habrían dicho lo que piensan. En los años 90, Rusia vivió una democracia, aunque imperfecta y corrupta, pero basada en la libertad de expresión, el espíritu empresarial y la competencia entre partidos políticos. Putin fue la nueva realidad y significó el fin de todo eso. Con Putin se volvió a la construcción de una mitología compuesta por figuras imaginarias, salidas directamente de las ficciones de la antigua URSS. Un ejemplo: Diecisiete momentos de primavera, una serie de televisión de los años 70, que ha sido popular hasta ahora, cuenta la historia de un espía soviético que opera en la Alemania nazi. Durante su ascenso al poder a finales de la década de 1990, Putin comenzó a tomar como modelo a este tipo de personajes, que le dieron el estatus de héroe mítico. Una reflexión que Baranov conoce bien y que promueve escenificando las múltiples caras del ‘Zar’.

    Putin se siente muy cómodo manejando el caos, al igual que su asesor Baranov, un manipulador que sabe alimentar la ambigüedad. Adaptar un comportamiento ilegible y ser imprevisible, cuando uno se siente debilitado es la única manera de asustar a la gente. Esa es la estrategia de Putin, que hoy podemos ver en acción. No obstante, es una estrategia para la que Occidente, amante del orden y la disciplina, está mal preparado y mal equipado. De ahí la gran dificultad para mantener relaciones estables con el presidente ruso.

    «Es tan corto el amor y tan largo el olvido».

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