Barcelona abrió en 2018 un albergue municipal para jóvenes sin hogar de entre 18 y 25 años –denominado Maria Feixa– para dar respuesta al incremento de sintecho de este colectivo: de los 153 que había en 2015 se pasó a más de 300 tres años después.
El centro ha llegado a tener lista de espera. «Entre el 18 y el 20% de las personas que viven en la calle son jóvenes. Y la cifra va al alza», alertó ayer Maira Costas, directora de la Fundació Mabré, en el coloquio sobre vivienda celebrado en la sede del Diari. La mayoría son hombres, aunque cada vez hay más mujeres, sin red familiar ni social. Hay casos de chavales de apenas 16 años que malviven a la intemperie en Catalunya.
Es para echarse las manos a la cabeza ante un drama que le puede tocar a cualquiera. Ser inmigrante y llegar sin nada, perder el trabajo y un desahucio son los tres motivos más comunes para pasar de tener un techo a vivir debajo de un puente.
Los abusivos precios del alquiler también están en el saco. «Si pagaba el piso no me quedaba para comer», asegura una mujer sintecho. En Tarragona, los jóvenes necesitan destinar el 70% de su sueldo para emanciparse. Tremendo.
