Incapacitándonos

08 enero 2021 10:37 | Actualizado a 08 enero 2021 18:49
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No debería haber mucha duda acerca del reto principal que nos impone este año 2021: lo encarnan los más de tres millones de parados y el casi millón de trabajadores en ERTE de cuando menos incierto pronóstico que hay entre nosotros. Tampoco ofrecen demasiada discusión las herramientas que tenemos para enfrentar el problema: formación, aumento de la productividad -las dos cosas van unidas- y aprovechamiento de la ayuda de la Unión Europea -140.000 millones de euros, ahí es nada- para poner al día la estructura productiva del país y traerla al siglo XXI.

Es un empeño de todos, que atiende a la necesidad general y redunda en el bien común. No debería costar mucho que una sociedad lo entendiera, se remangara y se pusiera manos a la obra, máxime cuando la generosidad de nuestros socios nos permite contar con semejante balón de oxígeno. Pero, como ha dicho con fina ironía el vicepresidente de la Comisión Europea, el griego Margaritis Schinas, continuamos demasiado enfrascados en la inagotable conversación hispano-española, alimentada por la suma infinita y tediosa de todos nuestros desencuentros, para darnos cuenta de lo que nos jugamos: de lo que Europa espera legítimamente a cambio de su ayuda y de lo que una mínima vergüenza torera debería empujarnos a aportar nosotros, que no somos inválidos, para fortalecer la construcción europea.

Poco vamos a poder hacer, y aprovechar, mientras sigamos resueltos a aborrecernos unos a otros, como guardianes celosos de conflictos centenarios que parecen ser nuestro mayor apego, ensanchando zanjas entre izquierdas y derechas, entre regiones irredentas -o naciones, qué más da- y el Estado o las regiones sin derecho a redención, envolviendo todo en banderas de las que sólo se piensa y explota su utilidad para excluir al vecino, en lugar de tratar de disponer de alguna que sirva para abrigar tranquilamente a todos.

No lo tenemos fácil, nuestra historia es un embrollo y abundan más sus cizañeros que sus cronistas, pero a la vista están nuestros fracasos del último siglo, hasta ayer mismo, y hará bien cada cual en mirar con franqueza los propios, en lugar de reírse o despotricar de los del prójimo.

O nos sacudimos este rosario de bucles enredados unos en otros y nos ponemos a lo que importa y nos dan prácticamente servido, o seguiremos incapacitándonos de la forma más triste, siendo un lastre para Europa en lugar de contribuir a la fuerza tractora de un club que es nuestra mejor esperanza. Y lo que es peor: a la vista de todo el mundo.Que ya nos han calado.

Lorenzo Silva: Escritor.

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