La ciudad es de todos

Reus acaba de estrenar ordenanza de civismo mientras las actas levantadas por la Guàrdia Urbana por actos incívicos se han disparado en dos años, pasando de 700 a más de 1.000

19 mayo 2017 18:28 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:50
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Desconozco si aquellos que no recogen los excrementos de sus perros de las calles tienen el suelo de su casa repleto de ‘minas’ plantadas por sus mascotas. Tampoco sé si los que se dedican a ensuciar paredes, persianas y mobiliario urbano con grafitis que nada tienen que ver con el arte urbano, coleccionan estas firmas en las paredes de su vivienda. Por su puesto, que para nada estoy al día de si las personas que -ante un apretón de su vejiga urinaria- se dedican a ir orinando en cualquier rincón de la ciudad también lo hacen en el pasillo de casa si el lavabo está ocupado. O si los que no saben respetar el descanso de los vecinos cuando salen de un local nocturno, tampoco dejan dormir a sus familiares porque tienen la televisión con el volumen a tope a altas horas de la madrugada.

Ni sé, ni me interesa lo que cada uno hace en su casa, aunque dudo que estos cuatro ejemplos de actitudes incívicas que nos encontramos a diario en las calles de nuestra ciudad se repitan en los hogares de nuestros vecinos incívicos. Es muy fácil salir a la calle y hacer lo que te plazca, sobre todo si sabes que después habrá alguien que vendrá detrás a limpiarlo. Pero lo que olvidan estas personas es que no están solas en este mundo, y que la ciudad -el espacio público- es de todos, y el resto de ciudadanos no tenemos porqué aguantar según qué actitudes.

La semana pasada entró en vigor una nueva ordenanza de civismo que el equipo de gobierno se vio obligado a rehacer después del ‘bofetón’ que le dio la oposición nada más empezar esta legislatura, derogando una normativa que ya empezó con mal pie cuando CiU y PP (socios en la anterior legislatura) se metieron ellos solos en un jardín cuando les dio por prohibir el uso del burka por la calle (una prohibición que, por cierto, no han podido aplicar en la nueva ordenanza porque el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya no se lo permite). Pues bien, después de verse obligados a rehacer esta ordenanza de civismo, y de crear una comisión de trabajo para que el nuevo texto tuviese el máximo de consenso y puntos de vista posibles, la nueva normativa ya ha entrado en vigor.

El alcalde, Carles Pellicer, ha definitivo el nuevo texto como «más inteligible que el anterior y con un carácter más pedagógico». Me parece bien que a los ciudadanos se les deje bien clarito lo que no se puede hacer y que se haga pedagogía, a pesar de que la mayoría de estas normas básicas de convivencia ya deberian venir de serie en el ámbito familiar, enseñando a los más pequeños que deben comportarse siguiendo un abecedario básico de normas de respeto.

Pero no nos engañemos. Sólo con la pedagogía y las explicaciones no se consigue que los ciudadanos que se creen que viven en la jungla se comporten de manera adecuada. Cuando hacemos algo mal y nos tocan el bolsillo,la próxima vez ya nos lo pensamos antes de volver a tropezar en la misma piedra. Estoy de acuerdo con que se hayan modificado las sanciones máximas en función de la renta de los infractores, aunque tengo mis dudas respecto a la rebaja de estas sanciones máximas en un 20 por cien to.

Un claro ejemplo lo tenemos con el endurecimiento de las sanciones a las personas que no recogen los excrementos de sus perros, aplicado desde hace un par de años. Un conocido me comentó hace unos meses que la Guàrdia Urbana le enganchó ‘in fraganti’ sin recoger la defecación de su mascota y le obsequió con una multa de 150 euros. ¿Excesiva? Tal vez sí, pero me reconoció que -después de pagarla- no volverá a hacerlo.

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