En medio de los bombardeos de la II Guerra Mundial una joven maestra de Trento, Chiara Lubich, fundó el movimiento de los Focolares. Apenas sobrepasaba los 20 años, pero de su amor por la humanidad paciente surgió este carisma de la Iglesia que tiene hoy más de 100.000 miembros y está extendida por el mundo.
Su mensaje es la «espiritualidad de comunión» entendida como búsqueda de la unidad en todos los ámbitos de la vida, sea el diálogo ecuménico, sea la relación de los empresarios y los pobres.
El papa Francisco recibió el sábado a 1.100 empresarios empeñados en una economía de este estilo. Les felicitó y señalo el contraste con la hipocresía de un capitalismo con fachada ética: «empresas de armas que financian hospitales para curar a niños mutilados con bombas que ellos fabrican».
La unión y la verdad merecen triunfar como lo hicieron en el corazón de la joven maestra de Trento.