La magia del Gordo de Navidad

23 diciembre 2020 09:20 | Actualizado a 23 diciembre 2020 09:27
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Me comenta un amigo que no entiende la razón de que le demos «tanta bola» al sorteo del Gordo de Navidad si al fin y al cabo los premios que da tampoco son tan suculentos, comparados con otras loterías. No le falta razón; por solo un euro puedes ganar mucho más en La Primitiva, la Quiniela, el Euromillones... Sí, es cierto, por 20 euros jugados el mayor premio que uno puede conseguir es de 320.000 euros –después de los impuestos–, una cifra que, lejos de jubilarte, te da para tapar unos huecos, pagar la hipoteca, realizar un viaje, cambiar de coche y poco más.

Pero el Gordo tiene algo que lo hace especial. Quizá sea que con él arranca la Navidad; quizá sea que en su ADN está el verbo compartir –tan denostado con esta pandemia–: jugamos los décimos con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo...; quizá sea que, ciertamente, no toca demasiado, pero sí toca a muchos, por lo que la alegría se multiplica; quizá sea por ese halo de justicia social que posibilita esas historias de parados o trabajadores precarios que ven un poco de luz en su oscuro túnel. Historias como la de Candelaria Poveda, esa limpiadora de 61 años que tenía cuatro décimos del segundo premio –500.000 euros– y que decía, eufórica, que seguirá trabajando aunque «de otra manera». Sí, el Gordo no hará grandes millonarios, pero no cabe duda de que tiene mucha magia.

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