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Abusos en la iglesia: los Obispos españoles a la cabeza de la hipocresía mundial

Se precipita la probable investidura de Sánchez como Presidente del Gobierno tras el acuerdo sobre la amnistía. Siguiente estación para las fuerzas catalanas: la redefinición del terreno social más que político

02 noviembre 2023 18:39 | Actualizado a 03 noviembre 2023 14:00
Javier Pons
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Lo comentaba en mi anterior artículo... Todo parece indicar que la investidura para elegir a Pedro Sánchez Presidente del Gobierno podría ser a finales de la semana que viene. Los diferentes grupos negociadores que han estado hablando a tres bandas (ERC-Junts-PSOE) han lanzado señales y mensajes positivos sobre un muy probable acuerdo.

El primer paso debe estar dándose en estos momentos en la carrera de San Jerónimo, donde aún están desmontando el ‘atrezzo’ para la jura de la Princesa Leonor del pasado martes. Todavía con los ecos de la solemne ceremonia, el partido del gobierno debe estar presentando en esta mañana el texto que se ha pactado para presentar una ley de amnistía que sea lo suficientemente amplia para que acoja a todos los que de alguna forma transgredieron la ley durante los momentos más calientes del procés. Esa amplitud se debe no sólo a efectos estéticos (no puede aparecer Puigdemont como único beneficiado), sino a efectos prácticos porque hay todavía muchos militantes y cargos de ambos partidos que están pendientes de procesos que no sólo les pueden privar de su libertad, sino que les tienen inhabilitados para participar de la vida democrática.

Por eso en esta negociación no se juega sólo la investidura de Sánchez, sino también los juegos de intereses y los movimientos subterráneos o no de los aparatos ante unas elecciones catalanas que se podrían adelantar haciéndolas coincidir con las del Parlamento Europeo del próximo junio.

Donde más movimiento hay parece ser que es en ERC, donde Aragonés y Junqueras estarían jugando su particular partida de ajedrez para decidir quién de los dos va de cabeza de cartel. Esto también se ha jugado estos días en las negociaciones con el PSOE ya que el actual President se ha reservado la ronda final para marcar perfil y liderazgo.

Sobre la ley de amnistía está claro que se va a producir un movimiento de tierras en la sociedad catalana. Desde luego en la madrileña va a ser un horror porque ya llevan haciendo una campaña preventiva de lo más catastrofista desde que perdieron las elecciones. En Madrid se están acabando las frases épicas para anunciar el desastre... las siete plagas son poco. Se ha dicho de todo: España se rompe, Sánchez vende España, Sánchez se rinde ante los golpistas y ayer mismo Aznar (el que faltaba) afirmó que Sánchez «es un peligro para la democracia española». Anda, qué bien... y meter a España de rondón en una guerra ilegal basada en mentiras como fue la de Irak o mentir sobre los potenciales autores del 11M seguro que es fortalecer la democracia española.

Pero lo importante, insisto, será lo que pase en la sociedad civil catalana más allá de los partidos y sus diferentes intereses. ¿Se recompondrán las costuras rotas que la insensatez del procés generó ninguneando a más de la mitad de la población catalana? Porque este acuerdo de investidura con la ley de amnistía no será el único paso. Habrá que cerrar el tema de la autodeterminación de alguna forma. Si mañana hubiera un referéndum, ¿cuál sería el resultado? Yo me mojo y creo que sería favorable a mantener la relación con el Estado Español, eso sí, ampliando las competencias del actual Estatut rectificando el lamentable episodio de su recorte por el Partido Popular. Prepárense porque cuando pase la investidura y se aprueben los primeros presupuestos ya no habrá más excusas para afrontar uno de los retos de esta España a la que la Princesa Leonor pidió un voto de confianza el martes pasado.

Volviendo al ‘ruido’ en Madrid de estos días y los que vienen, llama la atención entre gritos y gritos el silencio cómplice de casi todo el mundo ante uno de los episodios más vergonzosos que ha ocurrido esta última semana: la reacción de la Conferencia Episcopal ante la presentación por parte del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, del informe sobre los abusos cometidos bajo el manto de la iglesia. Se han apresurado a poner en duda el informe afirmando que «la cifra de 400.000 víctimas de la pederastia en la Iglesia Española es incorrecta y está manipulada». Lo peor es que esa cifra no sólo no está mal extrapolada, como ha dicho el líder de los obispos, sino que tras la misma hay la sospecha de miles de víctimas más que no se han atrevido a denunciar los abusos.

Algo tan grave que el Defensor resume en «el impacto devastador que los abusos han tenido en personas concretas». «Hay gente que se ha suicidado por estas cosas, gente que no ha recompuesto su vida jamás...». Merece un autoanálisis profundo por parte de la Iglesia y no un desmentido a toda prisa. Quizás el silencio colectivo nos convierta a todos en cómplices pero ahora con los resultados a la vista lo que queda es pedir responsabilidades para resarcir en alguna manera a las víctimas.

Y con pedir perdón no basta.

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