Opinión

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Cada vez hay más competiciones futbolísticas. LaLiga, la Federación, la UEFA y la FIFA quieren exprimir el dinero hasta lo indecible y olvidan que los futbolistas de elite, aunque privilegiados millonarios, son también personas y necesitan descanso. Esa sobrecarga es la causa principal del creciente número de lesiones. La obsesión por el negocio, por tener una presencia de prestigio en el «mercado», lleva a clubs como el Barça a gastarse lo que no tienen. Su presidente, Joan Laporta, ya es conocido como el ‘rey de las palancas’ por su capacidad para buscar ‘negocietes’ que le permitan obtener fondos para inscribir a los jugadores. La gestión del Barça ha sido nefasta durante años, cierto, pero, quizá le haría falta una macrorecalificación urbanística que le permitiera fichar a una legión de estrellas y sanear cuentas. Ejemplos los hay.

Decía que los futbolistas top son unos afortunados. Una nota de prensa de ayer explicaba los regalos «más locos» en el mundo del fútbol. Solo dos ejemplos. El cantante dominicano El Alfa regaló al azulgrana Lamine Yamal un collar de diamantes valorado en 400.000 euros por su 18 cumpleaños. Y el exmadridista Cristiano Ronaldo entregó a su representante y amigo Jorge Mendes una isla privada en Grecia como regalo de bodas. La isla podría costar como mínimo tres millones. Pocos podrían permitirse tal regalazo. Lo dicho, unos privilegiados.

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