Mando a distancia

Lo malo del mando a distancia es que no se le ve la cara al interlocutor pero se le obedece

19 mayo 2017 21:33 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:09
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Siempre se habla de los partidos políticos como agencia de colocación para sus adictos, pero debiéramos considera el influjo de los ‘ex’. Los que se fueron no acaban de irse y se dedican a dar consejos a porte diferido. Lo que preocupa a José María Aznar, una vez liberado de sus obligaciones como presidente del Gobierno, es seguir teniéndolas. Ha advertido a su partido del grave riesgo que corre de perder la primacía del centro derecha, que se ha descentrado mucho. Teme a Ciudadanos, que dista bastante de ser una agrupación de izquierdas, pero no tanto como el PP y hay que salvar las distancias, aunque sigan siendo insalvable. ¿Por qué ese afán de intervenir de los que están fuera de juego? Los celos políticos, que siguen siendo el mayor de los demonios que ejercen fuera del infierno, no perdonan a los afines. Quieren saber si se está con ellos o contra ellos. Una elección que en España siempre ha tenido seguidores entre los que residen en las antípodas de la perspicacia.

El presidente Rajoy, heredero de un timón muy parecido a una ruleta, se ha sentido obligado, quizá por gratitud a quien lo eligió, a oír sus recomendaciones. Es lo malo del mando a distancia, que no se le ve la cara al interlocutor pero se obedecen a sus órdenes. Clasificar a Ciudadanos como un partido de centro-izquierda no sólo es política-ficción sino una nueva variante del surrealismo. ¿Qué hacemos con nuestra papeleta en diciembre los que estamos de espaldas a las intrigas cortesanas y comarcales? Varias soluciones se nos ofrecen, pero ninguna solucionaría nuestros problemas, que según la Comisión Europea no tendrán solución hasta dentro de dos años, si hay suerte y se cumple el objetivo del déficit. Quizá lo mejor que pueden hacer los antiguos mandamases es dejar de prodigar instrucciones y seguir dando conferencias explicado por qué no se cumplieron sus propósitos. Muy mal oídas, porque son aburridísimas, pero muy bien pagadas.

Comentarios
Multimedia Diari