Milagros de ADN

Imagino que el independentismo catalán debe llevarse en el ADN

19 mayo 2017 21:29 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:12
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Al cabo de 18 años del crimen de Eva Blanco en la localidad madrileña de Algete, la Policía ha identificado mediante la prueba de ADN a su presunto asesino que vivía tranquilamente al otro lado de la frontera francesa. Y, casi simultáneamente, el mismo sistema para detectar la huella genética ha permitido acreditar que una mujer de 69 años es la hija y heredera natural de un acaudalado empresario ya fallecido de Morón de la Frontera. El descubrimiento de la molécula que contiene las instrucciones genéticas de todos los seres vivos ha supuesto una auténtica revolución en la ciencia forense y un regalo para la investigación policial. En unos pocos años han pasado de buscar las huellas dactilares del sospechoso en la colilla de turno a manejar con soltura millones de combinaciones de células con sus ya célebres estructuras de doble hélice donde se encierra la individualidad única e intransferible de los seres humanos. Porque el secreto del éxito de la identificación genética se basa en algo que parece una simpleza pero es el gran milagro de la vida: la individualidad.

La posibilidad de que dos personas tengan el mismo ADN, según los científicos, es de una entre dos billones. Creo que es una cifra contundente como para confirmar que somos únicos e intransferibles como en nuestro fuero interno pensamos la mayoría. El filósofo Javier Gomá, en el prólogo de su extraordinario ensayo Necesario, pero imposible, apunta que «el yo moderno hace en un determinado momento el paradójico descubrimiento de que como totalidad autónoma, escindida del cosmos, es una individualidad única e irrepetible». En los tres mil millones de años que, millón arriba, millón abajo, se pasea el ser humano por el planeta no han existido dos huellas genéticas idénticas. Ese es a fin de cuentas el mayor tesoro biológico con el que llegamos de serie a este mundo.

Citando de nuevo a Gomá: «Para nosotros los modernos lo primero es llegar a ser individuales y todo lo demás en la vida lo juzgamos positivamente solo en cuanto ya somos individuos en el más plenario sentido del término». Y aquí quería yo llegar. Siempre se ha dicho que determinados comportamientos, características, convicciones, aficiones, alineamientos políticos, «se llevan en la sangre». Ahora ya sabemos que no. Que es en el ADN. Y ciertamente esas siglas se han incorporado al lenguaje vulgar. Por ejemplo, el independentismo catalán, imagino que debe ‘llevarse en el ADN’. Si estamos de acuerdo en eso la pregunta es: ¿Puede cambiarse el ADN en un par de años? Porque en Catalonia han retoñado separatistas como setas (con perdón). ¿Puede TV3, una televisión pública, cambiar el ADN de tanta gente hasta ahora catalano-española y modificar su individualidad cultivada durante siglos? Por lo visto sí. Han conseguido el milagro.

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