Narcos y narcos

En este mundo siempre ha habido clases y categorías. En todos los ámbitos. Incluso –o, sobre todo– en el de los narcotraficantes. Porque hay formas y formas de trapichear con la droga. Y es que esta semana la Policía ha desarticulado en diferentes puntos del país dos redes con diferentes modus operandi.

A unos les decomisaron una embarcación semisumergible de nueve metros de eslora, tres de manga y otros tres de altura, para cuya fabricación se utilizó una quilla sobre la que los narcos montaron una estructura de cuadernas y refuerzos con paneles de contrachapado y fibra de vidrio, que dotaban al conjunto de la necesaria resistencia estructural. Contaba con dos motores de 200 caballos cada uno, controlados desde una consola interior, donde se disponían el volante de gobierno y las palancas de embrague y aceleración de los motores. Una vez en el mar, desde un helicóptero u otra embarcación solo se avista la punta del navío, porque el piloto y el resto de la carga viajan por debajo del agua. La Policía calcula que la embarcación ha costado en torno a un millón de euros.

Un día antes fue detenido un barrendero de Torrevieja (Alicante) por aprovechar su empleo para enmascarar la venta de cocaína por las calles de la ciudad durante su horario laboral. Pero no crean que era un ‘mindundi’; el barrendero era el líder de un grupo formado por cinco hombres y cinco mujeres. Y ‘daba trabajo’ incluso a la madre de uno de los traficantes, de 80 años, que recibía 100 euros mensuales a cambio de confeccionar envoltorios para las dosis de cocaína. Ya ven, dos formas diferentes de entender el negocio.