No llego al estribillo

Bravo por la música que de las seis bellas artes es la única realmente popular

19 mayo 2017 21:27 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:14
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Mi amistad con un brasileiro y un belga ex relaciones públicas de Salou, me ha llevado este verano a asistir a dos de los tres de los mejores eventos musicales que han tenido lugar en Tarragona. Y como muchos de nosotros no sabemos quién es Steve Aoki, les extrañará la forma que llegó a la discoteca de La Pineda a las 4 a.m. del 13 de agosto rodeado de monos pegando gritos y empujones.

Aoki es un disc jokey norteamericano bajito de madre oriental, melena hasta la cintura, que cobra cientos de miles de euros por hora, y como pincha hasta tres sesiones en una misma noche, se desplaza con la música a otra parte en jet privado. Él es el 5º dj mejor pagado, el 1º se llama Calvin Harris y gana anualmente menos que Ronaldo y más que Messi.

Su entrada a Pachá fue el delirio, millares de jóvenes, espalda con pecho como a la salida de un estadio de fútbol, levantaron sus móviles para grabar cómo le daba a la clavija. El espectáculo ofrecía energía, una energía por sinergia que producía que todos botaran como si Steve Aoki pudiera mantener el frenesí de un gol celebrado en el campo. Primero levantó las palmas de las manos para que todo el mundo viera que ya había introducido el pen-drive, hasta que finalizó lanzándonos tartas para demostrar que en este nuevo mundo quien se come el pastel -de la música o de cualquier otra cosa-, es un tipo que no sabe cantar ni tocar un instrumento.

A esa música se le llama Máquina y nada que ver con el Reggaetón del segundo acontecimiento musical al que nos llevaron el belga y el brasileiro. Allí me planté y en la fiesta de los latin king no me colé, porque el organizador no te deja pasar como en nuestra época si te veían respetable. Nikki Jam llegó con dos horas de retraso, y como se queja Dulce do Nacimiento en una Carta al director firmada el 19 de los corrientes, el agua costaba una pasta, se terminó la cerveza y no estaba abierto el techo del Tarraco Arena. Menos mal que descubrimos un baño VIP secreto atravesando un ascensor para no tener que bajar al ruedo.

Hacía... que no acudía a una discoteca ni a un concierto y la experiencia ha sido culturalmente muy enriquecedora, pues me ha permitido comprobar cuán diferentes son la música electrónica y el hip hop que representan las dos tendencias musicales que gustan a nuestros hijos, cada uno de los cuales afirmó tras los conciertos haber visto moverse a unos esqueletos de gran parecido a sus padres.

La música es un reflejo más de la sociedad en que vivimos. Nosotros nos acicalábamos para salir, bebíamos cubalibres, el pinchadiscos era un pringado y bailábamos techno con ese movimiento pendular y ligero contoneo con hombro y cuello -four-on-the-floor dentro de un compás de 4/4-, antes de quedar apoyados en la columna esperando que nadie nos desequilibrara para no caer desplomados. Lo más que podías intentar en aquella frágil posición apostada, era estirar el brazo para ofrecer el trago largo si pasaba alguna niña mona que estuviera sola.

Ahora la gente no se emperifolla y bebe botellón en las cercanías, porque como dice una canción de Rosendo Mercado -a quien el belga y el brasileiro no conocen-, «No llego al estribillo». Además ya no se va a ligar y se cortejan por aplicaciones que te informan por GPS de la situación de los disponibles, evitando sufrir el pánico que producía acercarse y preguntarle, ¿Bailas?

Han pasado lustros y me preguntó si acerté entre Pop o Rock, nuestra alternativa. La verdad es que en La Movida hubo grandes conjuntos nacionales como Radio Futura, Duncan Du, Tino Casal o Derribos Arias... pero ahora no sé si el Heavy metal de Ratas Blancas, Barón Rojo o Leño, que danzabas agitando la cabeza al compás de la mano derecha y enseñando cuernos con la izquierda -como si tocaras el bajo-, era lo más aconsejable. Viendo que Rosendo, que viene el 28-N a Tarragona, sigue vivo, centrado y residiendo en Carabanchel.

Bravo por la música que de las seis bellas artes, Pintura, Escultura, Arquitectura, Poesía y Danza, es la única realmente popular. Como arte, su magia ha sido tan sublime que la Organización Europea para Investigación Nuclear (CERN) ha revelado en un informe hecho público ayer que «existe en un campo de realidad totalmente ajeno al espacio cuatridimensional».

La noticia, de El Universal, explica que el descubrimiento se produjo en el acelerador de partículas cuando en un lugar que reside fuera de los límites de la percepción humana, los científicos detectaron un canto llano del siglo IX y después una recopilación entera de la música clásica occidental.

La deformación de la música electrónica del compositor Aoki (Bum, bum, bum) respecto de la Quinta Sinfonía de Beethoven, sólo es el reflejo de las demás artes en las que se ha perdido la originalidad y la excelencia. Ya puedes hipnotizar con efectos especiales que al final alguien dice, «Uno para todos, y todos para uno». Desde que una mano luminosa de neón de color rosa ha llegado a la ciudad, en este mundo del revival, el remix, el refrito o la fusión, los creadores brillan por su ausencia.

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