Opinión

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La historia y la literatura están llenas de personajes que encarnan perfectamente la expresión «cornudo y apaleado», tan arraigada en el refranero español. El pobre Egano, protagonista de la Jornada VII - Novela VII del Decamerón de Giovanni Boccaccio es, quizá, su mayor exponente... Y, de hecho, parece que dio origen a la frase. Engañado por su mujer Beatriz, el ingenuo Egano acaba el cuento golpeado por el criado con el que su mujer le es infiel y convencido de que tanto ella como el sirviente le son leales. Además de «cornudo y apaleado», contento.

Un ejemplo algo distinto –pero con notas similares– es el del santo Job de la Biblia, que sufre con paciencia tormentos y desgracias inimaginables por parte de Satanás, sin negar nunca a Dios. O el joven marinero Edmond Dantès de El Conde de Montecristo: traicionado por los envidiosos Fernand, Danglars y Villefort, Dantès acaba en prisión y pierde a su prometida a manos del primero. Después de muchos años, el joven consigue escapar de prisión, encuentra un tesoro y, ya convertido en el misterioso y rico Conde de Montecristo, se venga de los conspiradores. Aunque también perdona.

En Reus existe un hombre, Joaquim Álvarez, que tiene algo de Job y algo de Conde de Montecristo. Seguramente conozcan su historia. El inquilino que vivía en su chalet de Aigüesverds dejó de pagar el alquiler en 2021, alegando problemas económicos, pese a llevar un tren de vida elevado. El hombre puso la vivienda en Booking como alojamiento turístico de manera irregular, y la Generalitat le impuso una multa de 3.000 euros. Pero como la casa estaba a nombre de Álvarez, éste debía cargar con la sanción, la hipoteca, los gastos de comunidad... Y sin percibir nada a cambio. Por suerte, la justicia ha empezado a darle la razón. La sanción ha sido anulada, y el inquiokupa deberá abandonar la vivienda. Álvarez, como Job y Dantès, tras ser apaleado, al final recibe justicia.

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