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    Cambio de paradigma

    13 junio 2023 18:28 | Actualizado a 14 junio 2023 07:00
    Eduard Brota
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    En el margen de algo más de un año el precio de la energía ha sufrido un alto índice de volatilidad. El ataque sobre Ucrania iniciado el pasado 24 de febrero de 2022 provocó una escalada de precios a nivel mundial.

    Diversos gasoductos que conectaban Rusia con países vecinos comenzaron a ver reducido su suministro, países altamente dependientes del gas transportado, buena parta de él destinado a alimentar centrales térmicas eléctricas. El cierre de centrales nucleares en Alemania pactado años atrás, unido al cierre del grifo del gas, llegó a provocar serios problemas en la siempre poderosa industria germana con recortes y limitaciones en su producción final.

    Igualmente el tema afectó al resto de naciones europeas. Nuestro país, gracias a un invierno benévolo en cuestión de temperaturas y la provisión de un elevado número de buques metaneros, sufrió menos las consecuencias de la crisis en cuanto a capacidad de generación, pero compartiendo con nuestros vecinos el valor disparado que ofrecía el mercado. Posteriormente las medidas adoptadas por los gobiernos europeos para controlar y regular el sistema, unido a una demanda energética inferior a la esperada y un potente incremento en la producción de energía verde renovable, hizo volver a su cauce dichos precios.

    Una vez la situación estabilizada, se han generado nuevos procesos de cambio en el sector de producción eléctrica. Desde hace unos cuantos años numerosos actores se erigieron en promotores de parques de energías renovables.

    Diferentes grupos industriales e ingenierías se embarcaron en eternos procesos de certificación y aprobación de sus proyectos de generación, a la espera de ser rescatados de una lenta burocracia. Les ha crecido la barba, las canas y hasta las arrugas en la frente, hasta ver finalizados numerosos proyectos.

    Pero en estos últimos meses han tenido lugar cambios sustanciales. Un primer paso tuvo lugar a finales del año pasado con la aprobación de numerosos permisos administrativos de impacto ambiental que volvían a poner en marcha dichos proyectos.

    La energía eléctrica se almacenará generando hidrógeno en sus diversas formas, gas hidrógeno, amoniaco o metanol

    Posteriormente se ha producido un proceso de prudencia y reflexión, como consecuencia de una reducción en la rentabilidad especialmente de los parques de generación fotovoltaica, debido a los bajos precios conseguidos en el mercado de subasta eléctrica en franjas horarias de exposición solar estos últimos meses.

    Estos hechos están provocando un goteo de ventas y concentración de las nuevas instalaciones generadoras en grandes empresas energéticas nacionales y fondos de inversión especializados. Un movimiento que huye de la especulación inicial y configura el futuro mapa de la industria de suministro energético en nuestro país.

    Esta nueva capacidad generadora ha de ser asumida en un futuro por la nueva industria del hidrógeno verde. La energía eléctrica se almacenará generando hidrógeno en sus diversas formas, gas hidrógeno (H2), amoniaco (NH3) o metanol (CH3OH), estos dos últimos en estado o solución líquida.

    Desde hace unos meses se suceden las noticias sobre importantes compañías que escogen nuestro país para proveerse de fuentes de energía verde. Hace unos 6 meses la compañía naviera Maersk anunció una inversión de 10.000 millones de euros para construir instalaciones capaces de producir combustible basado en el hidrógeno, destinado a su basta flota de mercantes que surcan medio mundo.

    Posteriormente Cepsa dio a conocer sus planes de generación en Huelva y Cádiz con una inversión total de 5.000 millones de euros y la intención de establecer con el puerto de Róterdam un «corredor de hidrógeno verde» tal como describen sus promotores, este último uno de los mayores distribuidores de energía limpia en estos momentos.

    Esta semana pasada Iberdrola anunció la construcción de nuevas instalaciones productoras de amoniaco verde en un emplazamiento al sur de Europa, aún por decidir y con una inversión de 750 millones de euros, y la alianza con la empresa americana Trammo para la venta de hasta 100.000 toneladas anuales de amoniaco como combustible marítimo a partir del 2026. Naturalmente no nos olvidamos del gasoducto H2MED anunciado el pasado otoño y destinado a conectar los puertos de Barcelona y Marsella, y de las inversiones previstas por Repsol en Tarragona como punta de lanza del proyecto territorial del Valle del Hidrógeno de Cataluña.

    Nos transformaremos en exportadores de energía, y además nuestra energía exportada será verde, ecológica

    Todas estas noticias suponen un cambio de paradigma en relación al suministro de fuentes de energía en nuestro país. Tradicionalmente hemos sido una nación importadora, especialmente de energías fósiles (carbón, petróleo y gas natural).

    Pero el ritmo de instalación de los parques renovables ya proyectados y la futura implementación de toda la infraestructura de fabricación y distribución de energía relacionada con el hidrógeno puede convertirnos en uno de los estados líderes en exportación de energía limpia, ecológica, tanto en origen, por proceder de parques renovables, como en su consumo, al no producir derivados contaminantes. No sólo nos transformaremos en exportadores de energía, sino que nuestra energía exportada será verde, ecológica.

    Sin duda la industria relacionada con el petróleo nunca desaparecerá. Hay miles de productos que requieren del petróleo como materia prima para ser fabricados y una larga relación de excelencia conseguida por nuestra industria química en sus procesos de elaboración y transformación.

    Pero el nuevo campo del hidrógeno como combustible les abre nuevas vías de desarrollo junto a la industria eléctrica y una capacidad de adaptación a aquello que la sociedad les demanda. Igual capacidad de adaptación deberán librar instalaciones portuarias y medios de transporte y distribución.

    Nuevas soluciones a nuevas necesidades. Las personas somos animales de costumbres y siempre nos ha costado asumir grandes cambios, pero la naturaleza no perdona y pide a gritos cada vez más acelerar el proceso hacia una economía verde, hacia un nuevo mercado en proceso de gestación.

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