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    Montblanc

    26 octubre 2023 20:15 | Actualizado a 27 octubre 2023 14:00
    Emilio Mayayo
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    Dándole vueltas a las cosas, me doy cuenta de que aún me quedan algunas por hacer. En mis anteriores escritos hacía mención a uno de los literatos que ha llenado muchas horas de lectura, me ha hecho profundizar en el pensar y sobre todo en la manera de ver las cosas. Me refiero a George Orwell, que tras pasar unos meses en Catalunya, llegó a su país y para inmortalizar lo vivido y sufrido sentó cátedra con el libro Homenatge a Catalunya. Copiando este hecho, creo que es hora de que yo rinda un pequeño homenaje a la villa que hace años acogió a mi familia. Está escrito y es dicho popular que uno no se siente de donde nace, sino de donde se hace. El nacer en una u otra ciudad, pueblo u hospital, es cuestión de circunstancias. También es cuestión de circunstancias donde uno se hace, pero es lo que a uno le forma y lo que perdura para siempre. Con esta premisa, cuando me preguntan de dónde soy, sin dudarlo un milisegundo digo que de Montblanc. Es el pueblo (Vila Ducal) que llevo en mi corazón y sobre todo en mi mente.

    La capital de la Conca ha adquirido un esplendor envidiable y es claramente digna de una escapada para perderse por sus calles, plazas y rincones

    He de reconocer que, desde que llegué en 1960 hasta la fecha de hoy, los cambios que se han producido en esta Vila Ducal son espectaculares. No solo lo digo yo, son muchísimas personas y guías de viajes, así como diversas entidades que lo confirman. La capital de la Conca ha adquirido un esplendor envidiable y es claramente digna de una escapada o más de una. No necesariamente cuando adquiere su máximo esplendor con motivo de la celebración de la Setmana medieval, cada fin de semana o cada día es buen momento para perderse por sus calles, plazas y ver la cantidad de rincones inmejorables. Sería difícil nombrarlos ya que el listado es larguísimo. También es imposible destacar personas que han hecho posible el haber llegado donde se sitúa actualmente. Por mi memoria circulan numerosos nombres. Sin que nadie se considere excluido, solamente citar a tres alcaldes significativos que impulsaron a lo largo de sus mandatos grandes esfuerzos para conseguirlo, Josep (Pepe) Gomis, Andreu Mayayo y Josep (Pep) Andreu.

    Mis recuerdos son de diversa índole y como son mis recuerdos, los mantendré en el anonimato. Sí quiero resaltar que han sido muchas personas y agrupaciones las que con su tesón han mantenido y mantienen un espíritu de constante interés para continuar la necesidad de que lo montblanquí no decaiga y se mejore aquello que nos identifica. Tomándome una libertad, quiero mencionar el libro escrito por Josep Maria Poblet Guarro (1897-1980), un montblanquí de soca i arrel, en el que recuerda Aquell Montblanc (1975) con su idiosincrasia. Indudablemente hay otras muchas narraciones donde se pueden matizar los logros de esta magnífica Vila Ducal. Por lo que se puede considerar el principal eje de desarrollo de la Conca de Barberà.

    Las casi 8.000 personas que tiene Montblanc en la actualidad son unos privilegiados. Y la apertura del túnel del Coll de Lilla es un regalo para ellos

    Los que por razones de diversa índole, ya sean por estudios, por trabajo o por otras causas, hemos tenido que pasar mucho tiempo fuera de nuestro amado pueblo, no sabemos lo que nos perdemos. Los diferentes grupos de Montblanquins fora vila lo recuerdan siempre que se reúnen, pero es lo que toca. Las casi 8.000 personas que tiene Montblanc en la actualidad son unos privilegiados. A los de ‘fora vila’ nos queda recordar un escrito, creo que era de Josep Sanahuja Bulló, si la memoria no me falla. Venía a decir (y perdón a Josep por dar una versión sui generis): Cuando vuelvo a Montblanc pasado el Coll de Lilla, el corazón me empieza a latir de una forma diferente, ya que es allí donde encuentro mi felicidad.

    Puede que ahora, tras muchos años de batallar para conseguir una vía rápida para llegar a la Conca, todo se orqueste de otra manera. Si el día 23 de octubre se ha inaugurado el tan deseado túnel de Lilla, que ha costado muchos, demasiados años para tener una comunicación más rápida y fluida con las comarcas más costeras, el mencionado escrito de Josep se deba adaptar a un presente inmerso en la digitalización y la inteligencia artificial. Sea como sea, Montblanc y la Conca va a recibir este hecho como un verdadero regalo. Seguramente para los que se dirijan a Montblanc y alrededores por la A27, al salir tras los varios kilómetros de túnel y reciban el esplendor de la Conca, pensarán que han llegado a una tierra prometida o a Sangri-la.

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