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    Todo a cien

    19 octubre 2022 19:27 | Actualizado a 20 octubre 2022 07:00
    Juan Ballester
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    Un ranking internacional del Banco Mundial llamado Doing bussines ordena a los países por la facilidad de hacer negocios y cada cierto tiempo los políticos se quitan el muerto de encima con una norma vacua que parte de la base de que deben ser eliminadas las muchas trabas de la creación de empresas.

    Estos días se ha aprobado la Ley Crea y Crece, cuya medida más efectista es permitir las Sociedades Limitadas de 1 solo euro. Nada nuevo bajo el sol, ya se podía con la Sociedad Limitada de Formación sucesiva. Que al igual que la Sociedad Limitada Nueva Empresa o el Emprendedor de Responsabilidad limitada, han sido estrepitosos fracasos.

    La nueva ley nos sirve para aconsejar sobre los diferentes trajes jurídicos para presentarse en el mercado. Y nuestro primer consejo de sastre, es que no se autodenomine emprendedor, que suena a aventura y soñador, sino que se calce los zapatos de empresario, cuya consideración social está por los suelos.

    El tejido empresarial está formado, en su inmensa mayoría, por cuatro vestidos preparados para llevar. El uno y el dos permiten hacer trajes a medida pactando en los estatutos las normas más adecuadas para que funcione el grupo. Son la Sociedad Limitada y la Cooperativa, que tienen el beneficio de la responsabilidad limitada dejando a salvo el patrimonio personal.

    Respecto de la Sociedad Limitada es la forma más frecuente, aunque el beneficio de la separación de patrimonios es una quimera si no se dispone de capital. En el momento en el que la sociedad de 1 euro gaste 50 céntimos, ya no será una sociedad limitada.

    Una cosa es arrancar y otra el permiso para circular, y nada hace el legislador para agilizar los verdaderos costes de arranque

    Hace unos meses nos reunimos con la registradora de Cooperativas, quien manifestó, hablando de ellas, una gran afición hacia las mismas. Esta forma social la asociamos a agricultura o ganadería, pero pueden dedicarse a cualquier actividad económica, transporte, comercio, vivienda, etc., tienen un halo de responsabilidad social y resultan muy adecuadas cuando el elemento esencial de la asociación es el trabajo.

    Si desean abrir un bar, taller, clínica, peluquería, hotel rural, alquiler turístico, agencia de viajes o cualquiera otro negocio deben hacer un plan y hay dos prendas más económicas y veloces que no necesitan escritura pública ni inscripción en el registro de Cooperativas o Mercantil.

    La tercera, las Sociedades Civiles Particulares (SCP), que eran un desconcierto hasta que la Agencia Tributaria ha puesto orden declarando cuáles tienen objeto mercantil para equipararlas a las Limitadas a efectos de tributación.

    Hasta el punto que esta Ley de Crea y Crece se ha planteado obligar a la Sociedad Civil a inscribirse en el registro mercantil aumentando sus costes de mantenimiento. Se han librado por pelos. Finalmente se ha optado por la posibilidad de hacerlo con las ventajas e inconvenientes.

    Y cuatro, la Comunidad de Bienes, que sigue siendo un desconcierto.

    La avidez recaudatoria y la insufrible lentitud de las Administraciones multiplican los euros y ralentizan la rotación del planeta

    La Ley podría llamarse Crece porque lo de Crear no es el problema. Existen constituciones Express en seis horas por cien euros. Pero una cosa es arrancar y otra el permiso para circular, y nada hace el legislador para agilizar los verdaderos costes de arranque que no están en notarías, registros jurídicos, las administraciones tributarias ni la Seguridad Social. Sino en las trabas administrativas posteriores: licencias de obra, proyectos medioambientales, autorizaciones, estudios, certificados y registros de todo tipo.

    La avidez recaudatoria y la insufrible lentitud de las Administraciones Públicas multiplican los euros, y ralentizan la rotación del planeta convirtiendo las horas en meses.

    Tampoco anima a los emprendedores el ser tentados a ir al mercado con el triste panorama de quienes ya están y de lo malparados que vuelven muchos que han probado. No se sabe si es mejor fomentar la creación de empresas o evitar la destrucción de las que han sobrevivido a la pandemia. Y se encuentran en grave riesgo por los costes laborales, las dificultades financieras, la morosidad, la sobre-regulación, la presión fiscal, la energía o la inflación.

    Alrededor de las empresas hay otros inconvenientes como la inmensa cantidad de asesores, consultores, inspectores, funcionarios, proveedores o profesionales que vivimos de ellas.

    Para un proyecto empresarial moderado quizá la Comunidad de Bienes sea lo más oportuno, nadie sabe bien bien lo que son y tienen un probador aparte porque ni siquiera alcanza la categoría de contrato.

    Los gastos de constitución y mantenimiento son cero, no hace falta ni el euro inicial ni perder un minuto, en Hacienda te dan un NIF con un documento privado donde debe determinarse cómo se repartirán las pérdidas y ganancias y cuántos pactos quieran entre los comuneros. En casa del herrero, cuchillo de palo y así funcionamos en el Registro mercantil de Tarragona, CB.

    Decían los romanos creadores del proindiviso, que la copropiedad es madre de discordias, aunque mal vestidos estarán con cualquiera de las cuatro indumentarias si no caminan de la mano. Equipo de gente y financiación aparte, escoger buenos socios, y pensarse uno bien si quiere salirse de la zona de confort, son los dos mayores problemas al salir de la boutique.

    En fin, puede acudir a los Puntos de Atención al Emprendedor y estamos a su disposición en el Registro mercantil, donde ocurre demasiado a menudo que la primera inscripción es la de Constitución y la segunda y última, la de Disolución y Cancelación.

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