'A los sexshops les queda poco'

La próxima apertura del nuevo sexshop Planet Sex, al inicio del Camí de l'Aleixar, hace que los demás negocios de la misma naturaleza estén a la espectativa al tener que repartir más el pastel

19 mayo 2017 16:29 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:35
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Abre un nuevo sexshop en la ciudad –Planet Sex , situado al inicio del Camí de l’Aleixar–, aunque ya no es una novedad. Ubicado en una amplia esquina y con persianas amarillo chillón, más de uno se ha percatado ya del nuevo actor comercial. La primera reacción del tejido de negocios de su misma naturaleza no es de sorpresa. O ya lo sabían o responden con un: «Toda competencia siempre es buena», pero con la boca pequeña.

Ahora mismo la radiografía es bastante escasa y la crisis ha hecho estragos. «La cosa no funcionó en Tarragona y tuve que venirme aquí. Llevo 27 años dedicándome a esto. Empecé en Argentina y luego seguí en Italia», explica el argentino José Carlos Córdoba, de 70 años, quien junto a un colega suyo liderarán Planet Sex, que según dice «abrirá en breve».

El sector, según observa, ha cambiado mucho con los años. No queda esperanza, se está acabando. «Antes se trabajaba bien, las despedidas de soltera ahora no dan para nada, la gente se informa más y no quiere salir de casa a comprar», se lamenta Córdoba. ¿Por qué en Reus? «Pretendemos competir con lo que ofrece el gran sexshop de Las Gavarras», dice sonriendo. Almenos lo quieren intentar. Y es que este ‘mundillo’, cómo él lo llama, no deja de crecer, y eso es «lo que nos gusta». Siempre se puede aprender cosas nuevas. En sus primeras estanterías ya preparadas muestra filas de aparatos vibradores y lubricantes de todo tipo. «Lo que más piden, pero también estan las muñecas hinchables», señala. Las hay de todos los precios. La más cara, Heidi Lauritsen, de 180 euros. Aunque pueden valer 1.000 e incluso 5.000, dice.

La pregunta al salir del establecimiento es saber cómo aguantan estos negocios, pues la estructura que más funciona es la del mundo virtual y la del encargo, tipo ‘tuppersex’. Por no hablar de todos los contenidos para adultos accesibles en la red. Todo ello sigue hundiendo la estabilidad del mercado de las tiendas físicas. Francesca López, del sexshop Intersex de la avenida Pere El Cerimoniós lleva desde el 1995 en el sector. Está encantada y aún conserva clientes del 1994. «Nosotros fundamos muchas tiendas, pero la racha económica nos obligó a cerrar la tienda de la calle de la Amargura. Seguimos teniendo la de Salou, que es más estacional», explica. Ha habido un retroceso de libertad y los tabúes aún no se han marchado, dice. Lo que tiene claro es que «a los sexshops les queda poco. Hay mucha información y cuesta mucho vender, aunque estés consolidado. Lucharemos».

Cristian Botesco, del Sexshop Cupidón –calle Jurats–, opina que en sus 10 años en el sector, «el asunto de la venta no va muy bien, pero la indústria del sexo está en auge y se ha abierto a cada vez más parejas».

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