Agricultores retirados ceden terrenos a jóvenes que buscan ganarse la vida

Unió Corporació Alimentària ha ideado un proyecto que impulsa la recuperación de fincas abandonadas y el relevo generacional

16 julio 2017 15:47 | Actualizado a 24 noviembre 2017 19:36
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El abandono de tierras es uno de los grandes problemas de la sociedad actual. Cada vez hay más agricultores retirados que ya no pueden cultivar sus fincas. Y apenas hay jóvenes que entran en este sector. Falta relevo generacional. Es un mundo complicado. Y una situación difícil de gestionar. Pero particulares, cooperativas y administraciones se están moviendo para hacer algo al respecto. Para mantener los terrenos con vida y dar trabajo a aquellos emprendedores que quieren hacerse un hueco en este mundo.

Unió Corporació Alimentària ha arrancado un proyecto precisamente con el fin de garantizar este relevo generacional. Funciona a tres bandas: el propietario de la finca, el agricultor que la explota y Unió. La idea es ayudar a garantizar que las tierras se mantengan productivas y que haya relevo generacional. «Cuando vamos a las reuniones del sector, vemos que la media de edad de los agricultores de nuestro territorio es de unos 65 años. No entra gente joven», explica Ferran Huguet, director general de Unió.

Sergi Veciana tiene 42 años y es uno de los usuarios del servicio. Es de los pocos agricultores jóvenes de la provincia. Lleva tiempo trabajando en el campo pero ahora amplía su producción con nuevos proyectos. «Los inicios son  complicados. Solo haces que invertir y no recoges nada», confiesa este payés de La Canonja. Ahora trabaja con Unió para explotar una finca de 150 hectáreas de almendros en L’Ametlla de Mar. 

A porcentajes

En el proyecto impulsado por la cooperativa, el propietario cede la finca, el agricultor joven la cultiva y desde Unió se encargan de la financiación, la plantación y el asesoramiento. No se fija un alquiler. Las distintas partes van a porcentajes. El más grande, para quien explota el terreno. Otra parte es para el propietario, y otra para Unió. No están previamente establecidas. Sino que depende de cada situación. De la implicación de cada uno. Y del acuerdo que se selle en cada caso. Ya trabajan con unas 500 hectáreas y tienen varias más en cartera.

Empiezan a recoger los frutos. «Proponemos un tipo de cultivo u otro según las características de cada zona. Ahora, por ejemplo, trabajamos con una finca de viña en el Montsant, de 40 hectáreas», afirma Huguet.

Sergi Veciana se muestra optimista y esperanzado. Las tierras ya empiezan a darle rendimiento. «No paramos. Estamos muy contentos», afirma. Llevan el proyecto de forma conjunta con su hermano. Trabajan en La Canonja y en Constantí. Y en L’Ametlla de Mar, donde esperan producir entre 300 y 400.000 kilos de grano de almendra. «Nos entendemos muy bien. Incluso organizaremos una paella las distintas partes implicadas», explica.

Mario Recasens es agricultor. Está jubilado y tiene tierras en La Pobla de Montornès. «Mi hijo se enteró del proyecto y contactó con la cooperativa», explica. En su caso, él no la ha dejado del todo. Sigue haciendo cosas. La cuida. La abona. Y Unió lleva la producción. «Me va bien. Me gusta mucho la tierra y de este modo al menos puedo hacer algo», apunta. En su caso, ha sido una forma de seguir trabajando. Han pactado un porcentaje. Y está contento. A largo plazo, explica, no descartaría contactar con algún agricultor joven. Pero de momento va tirando. Y su finca sigue limpia.

La iniciativa trata de facilitar las relaciones entre las distintas partes interesadas y mantener limpios los paisajes de la zona, garantizar el relevo generacional y frenar el abandono de fincas. También obtener beneficios, claro está. Aunque es un proceso lento, parece que va por buen camino y se va consolidando.

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