El derrumbe del interior del edificio número 30 de la calle Monterols siguió despertando, durante todo el día de ayer, la curiosidad de los viandantes del centro de la ciudad. Las vallas que rodean el inmueble, también custodiado por la policía municipal, convirtieron la céntrica calle en un paseíllo de comentarios. «Cuando me lo dijo mi madre, que trabaja en el centro, no me lo podía creer. Y poco tiempo después empecé a recibir fotos de amigos que estaban de compras por el centro», comenta María, una joven que ayer por la tarde quiso ver con sus propios ojos lo que ya le habían relatado el día anterior. Como ella decenas de curiosos aminoraban el paso delante del edificio.
Los más osados no dudaban en sacar el móvil. Y es que una imagen vale más que mil palabras. «Es espectacular lo que ha ocurrido. El interior se ve totalmente derrumbado», comenta Rosa. Ayer era casi imposible encontrar a alguien que desconociera lo ocurrido. Un día después en las tiendas cercanas al inmueble la actividad comercial había recuperado la normalidad. «Algunos clientes preguntan y otros antes de entrar se quedan fuera mirando el edificio», comenta Priscilla, de la tienda Rituals. Eva Maria, de la tienda Accala, recuerda lo ocurrido. «En el momento del derrumbe yo estaba en la tienda. El estruendo fue enorme, pero por suerte no resultó herido ninguno de los trabajadores», comenta. Ahora toca volver a la normalidad.