El aeropuerto de Reus no garantiza todos los vuelos sanitarios urgentes

Los controladores ya no asumen el trabajo fuera del horario operativo, algo que hacían a riesgo de sanciones y suspensiones. El traslado de un órgano extraído enJoan XXIII fue por carretera

19 mayo 2017 18:20 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:56
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Raúl Cosano / Francesc Gras

El déficit de controladores aéreos en el aeropuerto de Reus impide dar cobertura a algunos de los movimientos sanitarios urgentes, cuando se producen fuera del horario operativo de apertura. Generalmente se trata de vuelos que llegan al aeródromo de la capital del Baix Camp dentro de operaciones que tienen que ver con trasplantes de órganos.

El último ejemplo tuvo lugar la noche del domingo. Un equipo médico procedente de Madrid aterrizó a las 22.08 horas en Reus, para proceder a la extracción de un órgano de un donante en el Joan XXIII. Una vez realizada la operación, tanto los médicos como el propio órgano tuvieron que viajar por carretera hasta El Prat –y de ahí regresaron luego a Madrid– al haber superado el controlador del aeropuerto el horario laboral establecido por ley, que determina una rutina de descanso, y al no existir un relevo.

Según avanzó ayer el Diari Més, los facultativos no pudieron, por tanto, acometer el regreso desde el aeródromo reusense. Tuvieron que hacerlo desde el de Barcelona, con el consecuente retraso por el viaje en carretera con ambulancia de madrugada.

 

De dos controladores a uno

Según denuncian trabajadores y sindicatos, los ajustes de personal producidos en 2013 afectaron, entre otros muchos ámbitos, a los controladores. En términos generales, el aeropuerto pasó de disponer de dos controladores por turno a uno. De esta manera, la situación de recortes ha dejado al aeródromo reusense únicamente con ocho controladores y, lo que es más preocupante, sin respuesta ante casos de emergencia fuera de su horario operativo.

Éste, como norma general, empieza a las 8.00 horas de la mañana y finaliza a la medianoche. No obstante, existe la posibilidad de alargar una hora más, hasta la una de la madrugada, si se trata de un vuelo ambulancia, como era el caso del pasado domingo.

A partir de ese horario, el sistema de turnos establecido en el aeropuerto obligaría al controlador a incumplir con el régimen de descansos establecido y asumir las consecuencias que podrían derivarse en el supuesto caso en que aparecieran complicaciones. Según fuentes consultadas por el Diari, la normativa que rige los horarios de los controladores es muy estricta y contempla importantes multas económicas e inhabilitaciones incluso de por vida si se infringe.

Antes de los ajustes aplicados en 2013 existía un sistema de emergencia en caso de los vuelos no programados que permitía activar a un controlador de guardia. En la coyuntura del donante del Hospital Joan XXIII de Tarragona, como la operación –iniciada más tarde de las 22.00 horas, cuando los médicos llegaron a Reus– preveía un tiempo de tres a cinco horas de duración se optó por el traslado al aeródromo de El Prat por carretera antes de volar hacia Madrid, el destino final.

Las mismas fuentes denuncian presiones por parte de la empresa hacia los controladores por no actuar de forma excepcional en estos casos. Y esto, subrayan, siendo conocedores de que incumplirían con el protocolo establecido. Por lo tanto, estos profesionales se ven sometidos a una doble –y paradójica– coacción: la amenaza de que si en un determinado momento de emergencia no siguen trabajando pondrán en peligro la vida de alguna persona ; y el riesgo de ser sancionados si incumplen la normativa.

En este sentido, también dejan claro que los controladores tomaron la decisión de no asumir las posibles consecuencias este mismo año y tras dejar un tiempo de moratoria para que la empresa tomara cartas en el asunto. Una solución que, al parecer, pasaría por contratar a dos controladores más para poder hacer frente a los vuelos fuera del horario establecido y que no estuvieran programados.

La cobertura excepcional, exponiéndose los controladores a sanciones incluso millonarias y suspensiones, se produjo unas cuatro ocasiones durante el año pasado. «Entonces los controladores dieron un ultimátum. No iban a estar cargándose más de esa responsabilidad. Hicieron una consulta a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), que vela por esta legislación, y les dijeron que para prestar ese servicio hacían falta al menos dos controladores. Eso no se ha aplicado», sostienen fuentes sindicales.

El caso del domingo no es un hecho excepcional. Hace unos meses se produjo una situación parecida con la extracción de los órganos de un donante de Lleida. El aeródromo de Reus no podía dar cobertura a la operación y la opción también en este caso fue recurrir al de Barcelona.

 

‘No hubo petición expresa’

A pesar de las críticas reiteradas, desde Enaire, el gestor de la navegación aérea, se niega que lo sucedido tenga que ver con un personal insuficiente, sino con una cuestión de comunicación:«El problema es que Enaire no recibió una petición expresa para ampliar el horario. No sabemos lo que falló para que no llegase. Si nos hubiera llegado la petición, algún controlador asignado a la plantilla del aeropuerto de Reus habría acudido para dar ese servicio. Tenemos personal para cubrir esos servicios».

La versión contrasta con la de los propios empleados de Reus y también con la de responsables sanitarios de trasplantes. El doctor Jaume Tor, director de la Organització Catalana de Trasplantaments (OCATT), indica que en este caso la vuelta por carretera estaba planificada y era ya algo contemplado: «Sabíamos que la intervención acabaría más tarde y estaríamos fuera del horario de trabajo. Por eso se diseñó esa operativa por carretera hasta El Prat en ambulancia. No es una situación que pase únicamente en Reus, sino que hay algunos aeropuertos que cierran por la noche. No es una cuestión de sanidad, sino un tema de recursos de personal. Es un punto complejo del que hablamos cada año en las reuniones. Si hubiesen suficientes recursos lo tendríamos resuelto».

Eso sí, Tor entiende que en algunas situaciones no haya personal disponible en ciertos aeropuertos y haya que optar por alternativas: «No nos encontramos demasiado con estas situaciones. Hay que tener en cuenta que tener profesionales trabajando toda la noche o disponibles no tiene sentido a veces. Nosotros somos la excepción con estos vuelos medicalizados». Lo ocurrido el domingo por la noche en Reus no trastocó en exceso los planes del trasplante pero sí añadió demora. El retraso es un inconveniente en un proceso que busca siempre la mayor celeridad. «Se añadió un poco más de tiempo, por ese trayecto que hubo que hacer entre el Joan XXIII y el aeropuerto de El Prat. El objetivo es siempre hacer todo el proceso en el menor tiempo posible. En esta ocasión se añadió un tiempo más de isquemia para el órgano (un estrés celular causado por la disminución del riego sanguíneo)», concluye el doctor Jaume Tor.

El incidente se enmarca dentro de las reivindicaciones de los empleados: «Sí que ha habido un descenso de operaciones en Reus y a lo mejor había que reducir algo de personal, pero en vez de hacerlo de forma negociada fue algo unilateral que derivó en un recorte excesivo. A lo mejor en invierno no hay tráfico para dos controladores por turno, pero en verano sí. A lo mejor había que haber dejado diez, y no ocho».

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